El último emperador de las Esmeraldas

PRESLEY GRUEZO ARROYO

Me refiero a quien fungía desde su imaginación con ese título nobiliario en el presente siglo (ese era su delirio, claro está), recordaba que llevaba el apellido moreno, aunque no tenía nada que ver con la conducta del tolerante y dialogante presidente Lenín, ni con la piel de quienes mayoritariamente se encontraba a su paso.

Ciertamente, el renovado balneario nos trajo una alegría inmensa, porque sustituyó a los impresentables y nada atractivos locales que existían. Hay espacios dignos para recorrer, caminar, distracciones para la familia, vienen los turistas a conocer, etc. Tenemos la esperanza que se construya una segunda etapa, la que se ofreció en la que haya hoteles cinco estrellas, departamentos y locales comerciales, incluido un cine.

La esperanza en mención se vio opacada por el emperador, hace rato, había dado muestras que se encontraba en esta región dirigiendo una entidad poderosa como él, que no gustaba ni comprendía eso de la cultura local: bailes tradicionales, comida y, en resumen, la forma de ser de este pueblo.

Recibió con agrado los homenajes, me supongo. Pero con mucha soltura y seguridad, dijo, que esos dominios (la playa y todo lo construido, que creíamos le pertenecía a los esmeraldeños y ecuatorianos, no era así) y para ejemplarizar y darse a entender mejor, lo comparó con una casa, cuando el dueño presta el patio. Más clarito no se puede hablar: las instituciones, los grupos y las personas que allí asistimos, estamos en un lugar prestadito nomas.

Hoy, ya no está el personaje en mención, tal vez esté en otros dominios, nosotros esperamos que el próximo funcionario sea comprensible, tolerante y también ejecute los proyectos pendientes o realice unos mejores, con la opinión ciudadana de verdad. Es necesario sugerir la calificación y homenajes al final de su gestión, para no retroceder y sentirse culpables del abuso.

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