Herencia narcoterrorista

SHAKESPEARE ABARCA CÓRDOVA

Los tres ataques con explosivos, el último con el saldo trágico de tres militares fallecidos en la frontera norte de la jurisdicción provincial de Esmeraldas, hizo a nuestra provincia notoria a nivel nacional, además, de las muestras de apoyo y solidaridad con los hermanos uniformados, que luchan y arriesgan sus vidas por la paz y la seguridad de la Patria; es digno resaltar que aún en nuestro país no hemos perdido la capacidad de asombro, de repudio y rechazo a acciones cobardes como las presentadas, y desde el poder central hay el compromiso de combatir y no dar tregua a los responsables. Somos perplejos testigos de cómo en otras cercanas y lejanas latitudes del planeta la violencia ha hecho su presencia en forma despiadada y eso no lo queremos para el Ecuador.

La causa y hasta los responsables materiales de los ataques violentos en nuestro país están identificados, pero los responsables ideológicos, que propiciaron lo que hoy estamos sufriendo, aún faltan por señalar. Recordemos que el iluminado de Carondelet antes de llegar a la presidencia, años 2005-2006 en sus alocuciones se refería a la narcoguerrilla de las FARC como “luchadores sociales” desde esa perspectiva se propició otra nefasta faceta de la década correísta. De la forma más hipócrita se invocó a la soberanía nacional para desmantelar la Base de Manta con la cual Norteamérica colaboraba eficazmente para controlar el narcotráfico.

Luego vino un sistemático desmantelamiento de las FF.AA. empezando por des-institucionalizarlas, se nombró como ministros de defensa a neófitos ideologizados cuyo mayor mérito era su obsecuencia al régimen, con esa misma premisa se cambió altos mandos militares de forma caótica e inconsulta. Pudimos ver a Correa haciendo destemplados reclamos al Presidente Uribe por el ataque realizado al campamento de las FARC en Angostura, calificándolo de violación a nuestra soberanía, ciertamente fue una incursión sin consentimiento del gobierno ecuatoriano, con seguridad los militares colombianos sabían que si querían dar ese golpe a la guerrilla no podían confiar en el gobierno correísta.

Desoyendo toda sugerencia “en aras de la seguridad” y claro por ser “soberanos” dijeron, se adquirieron radares chinos y helicópteros hindúes que resultaron inservibles. Luego llegó la criticada tabla para consumo legal de droga y hasta hoy no se ha investigado a profundidad sobre la presunta entrega de $ cien mil dólares por parte de las FARC a Correa para financiar su primera campaña. Ante las criminales acciones de grupos disidentes al acuerdo de paz que hoy se ven afectados, no es difícil concluir que esta oleada de violencia narcoterrorista sea otra lamentable consecuencia de la década pérdida.

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