Un mundo sin barreras

Actualmente se está dando cumplimento a los objetivos de lo que establece slogan ‘No a la discriminación laboral y educativa por causa de algún tipo de discapacidad y a la permanente rehabilitación de este grupo vulnerable’ que desde siglos ha sido mancillada su vida diaria y profesional. El 70% de las entidades públicas está cumpliendo estas normativas, lo que nos atribuye gracias al liderazgo y exigencia que ejercieron los dos últimos gobiernos de turno, por lo que ahora estas personas están reactivando su vida con respeto, dignidad y bienestar.

Sin embargo, todavía queda por lograr la integración e inclusión educativa y cultural, porque estadísticamente existen personas con algún tipo de discapacidad visual, física, sensorial y asociadas, niños abandonados por su misma condición que no les llega la luz del saber y que pasan todo el día viendo una pared por no tener en qué entretenerse. Si la educación es un proceso de integración, flexibilidad y dinamismo que está considerada en la Constitución de la República como el eje de las deficiencias hacia la superación, pienso que es imperiosa la necesidad de dotar de mayores conocimientos y hábitos dirigidos especialmente a las personas que no se pueden trasladar desde su casa al establecimientos educativos.

Por ello, es necesaria la presencia de los profesionales haciendo visitas domiciliarias para estrechar lazos de solidaridad, elaborar proyectos educativos especiales como es la lectoescritura, pronunciación, dibujo, pintura, serigrafía, fisiatría, motricidad, música, etc., que son las manifestaciones más importantes de la cultura y capacidad creadora para mejorar la psicomotricidad y su vida diaria, orientar y ayudar a los representantes o padres de familia para que aporten con su amor y paciencia en la retroalimentación de sus hijos y representantes en el aprendizaje, para que se apropien de que son parte del convivir humano.

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