Policía herido murió en el cumpleaños de su hijo

VÍCTIMA. Jacinto Javier Quiñónez García, de 37 años, murió a causa de una herida de bala en la cabeza.
VÍCTIMA. Jacinto Javier Quiñónez García, de 37 años, murió a causa de una herida de bala en la cabeza.
HONORES. Una capilla ardiente se efectuó en honor de Jacinto Javier Quiñónez García, en la capilla de la Policía Nacional, la mañana  de ayer.
HONORES. Una capilla ardiente se efectuó en honor de Jacinto Javier Quiñónez García, en la capilla de la Policía Nacional, la mañana de ayer.
RECUERDO.  Jacinto Javier Quiñónez García, de 37 años, durante sus jornadas de trabajo en la zona rural del cantón Muisne.
RECUERDO. Jacinto Javier Quiñónez García, de 37 años, durante sus jornadas de trabajo en la zona rural del cantón Muisne.
FAMILIA. Jacinto Javier Quiñónez García junto a su esposa Lucila Montaño.
FAMILIA. Jacinto Javier Quiñónez García junto a su esposa Lucila Montaño.

Una persona que fue detenida con una moto robada, al tratar de escapar desarmó y disparó al gendarme.

Según el artículo 140 del Código Integral Penal a una pena de 22 a 26 años de cárcel podría ser sentenciado Luis Alberto O., de 32 años, a quien se le imputa el asesinato del policía en servicio activo, Jacinto Javier Quiñónez García, de 37 años.

La tarde del viernes último el ahora fallecido junto a otros compañeros, realizaban controles de carretera en la parroquia San Gregorio, cantón Muisne, donde detuvieron al ahora imputado porque se movilizaba en una motocicleta reportada como robada.

El detenido fue trasladado hasta la Unidad de Policía Comunitaria (UPC) de la localidad y mientras lo bajaban del vehículo policial para el procedimiento correspondiente, el detenido trató de darse a la fuga avanzando unos 100 metros, donde fue alcanzado por Quiñónez García.

Lo despoja del arma

En su intención por detenerlo y el otro por no dejarse, forcejearon y producto de lo cual el motociclista se apoderó del arma de dotación del uniformado y con misma le disparó en la cabeza hiriéndole de gravedad.

Sus compañeros auxiliaron al gendarme, mientras que agresor fue detenido. Por la gravedad de la herida, el policía fue trasladado hasta el hospital Carlos del Pozo Melgar del cantón Muisne y luego hasta el Delfina Torres de Concha donde finalmente falleció ayer en horas de la mañana.

Consternación y dolor se observó entre los compañeros y familiares del policía asesinado durante la capilla ardiente que se levantó en su honor en la iglesia del Comando de la Policía Nacional, en La Propicia 1. A eso de las 15:00 fue llevado a su domicilio para el velatorio, lugar donde vivió toda su vida, en el barrio Iris.

Mayor de cinco hermanos

Jacinto Quiñónez Olives, padre del fallecido, dijo que se enteró del hecho por unos vecinos del barrio donde vivía Jacinto Javier a eso de las 18:00, fletando de manera inmediata un taxi desde la ciudad de Guayaquil donde reside para venir a ver al mayor de sus cinco hijos de su primer matrimonio.

Quiñónez Olives manifestó que desde hace tres meses no se veía con su hijo, pero la última vez que hablaron fue el miércoles anterior, “nosotros manteníamos contacto permanente, siempre estuvimos pendientes el uno del otro”, manifestó el afligido padre.

Recordó que su vástago era un buen hijo, que desde hace 15 años se integró a las filas policiales prestando sus servicios en algunas partes de la provincia y el país. El bachillerato lo terminó en el colegio Carlos Cocha Torres; una de sus pasiones era el deporte. Alcanzó el grado de cabo primero.

Las notas de condolencia a sus familiares de parte de amigos de la infancia, compañeros policías, autoridades, como la del gobernador, Pablo Hadathy, no se hicieron esperar que, incluso, llegaron hasta el Comando de Policía a solidarizarse con su esposa, hijos, padres y hermanos.

Tres hijos sin padre

Jacinto Javier Quiñónez García residía en el barrio Iris; estuvo casado durante 13 años con Lucila Montaño Rodríguez, con quien procreó tres hijos: Justin de 13 años, Yacel, quien ayer sábado que murió su padre cumplió 8 años y Alexa de 4 años.

Yajaira Quiñónez García, hermana menor del occiso, entre lágrimas y sollozos lamentó la partida de su hermano mayor, que deja a sus sobrinos sin el sostén del hogar y el cariño y amor de su padre. “Nos duele el alma, porque jamás imaginamos, peor pensar que iba a partir de manera repentina”, comentó Yajaira.