Quieren que Cuba sea una China tropical

Roberto Álvarez Quiñonez

La experiencia histórica revela que ante el comunismo, el fascismo y cayos adyacentes como las dictaduras del “Socialismo del Siglo XXI”, y como lo fue el apartheid en Sudáfrica, no cabe la lógica occidental “políticamente correcta” de que las crisis nacionales deben resolverlas sus propios pueblos sin injerencia alguna.

Eso suena muy bonito pero no funciona si el poder político es usurpado, no por una dictadura militar convencional, sino totalitaria. Cubanos y venezolanos ya tienen un claro consenso de que ellos solos no pueden quitarse de encima la tiranía.

El peor caso es el régimen castrista. En Cuba se controla la vida de cada ciudadano, uno por uno, casa por casa. Ni los nazis tuvieron semejante control. Hitler creó comités fascistas de vigilancia por regiones urbanas. Pero Fidel Castro los sembró en cada cuadra, algo nunca visto en el mundo.

Una vanguardia siempre encabeza la lucha por la liberación, pero en un sistema comunista no es suficiente para la implosión de la tiranía. Debe ser sometida a gran presión externa que potencie a la sociedad civil desactivada, atemorizada y en buena medida ya resignada cuando la dictadura se eterniza.

Al eternizarse, la dictadura se siente imbatible. Para provocar la ruptura arriba en una cúpula totalitaria se necesitan dos grandes fuerzas centrípetas: presión interna social y política y, en especial, una presión venida de fuera (política, económica, diplomática y mediática) que reactive la interna.

Los regímenes comunistas de Europa se derrumbaron por la voluntad de sus pueblos, pero aguijoneada por factores externos. No hubo liberación nacional mientras no actuaron conjuntamente ambas fuerzas. Actualmente el castrismo es golpeado desde varios frentes: creciente crisis socioeconómica, ya sin recuperación posible por la devastación en Venezuela y el agotamiento final del inviable modelo estatista; el fin del “deshielo” Washington-La Habana; y el repliegue del populismo izquierdista.

La señal que envía la comunidad internacional al no presionar a La Habana es que no le interesa que en Cuba haya democracia. Así el castrismo, no importa su crisis, seguirá vivito y coleando.

*Texto tomado de http:
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