Verdades

Estudiosos del lenguaje señalan que este determina muchas acciones y comportamientos en los pueblos, para bien o para mal. Por ello, desde que se comenzó a grabar en algún tipo de superficie signos, con una intención, nació el testimonio de nuestra especie.

Con los años se fueron acuñando palabras que describen ideas con sentidos mayormente complejos y cuyo significado a la vez se volvió más difuso; por eso se creó la historia de la torre de Babel, en la que la confusión del lenguaje significativo da origen el caos.

Ahora construimos un mundo “virtual”, en el que comenzamos a vivir dentro de una red mundial de “comunicación”. Esta prometía un mundo mejor, pero los hechos muestran que se ha convertido en una Babel: cada uno dice lo  que se le ocurre y pasan muchas cosas que no deberían pasar. Así, el concepto de verdad se ha diluido en muchas metáforas; unos sostienen que suya es la verdad y otros, con puntos divergentes, aseguran lo mismo. Lo cierto es que hay fomento de la banalidad, lo que muestra nuestro infantilismo como sociedad y nos pone bajo  el control de las grandes operadoras de plataformas. Estas son ahora las casi dueñas de nuestros destinos y sirven para inducir diversos comportamientos, incluida la manipulación política —y eso sin contar con el lado oscuro de la red social—.

Avanzamos hacia sociedades distópicas controladas al centímetro y no tenemos claro cuál será el destino del pensamiento libre una vez que  el control hegemónico de las plataformas maneje imperceptiblemente a la sociedades y a sus componentes individuales.

La red de intercambio de datos a la velocidad de la luz permite que falsos constructos se conviertan en “verdades” gracias a la repetición de mensajes cada vez más distorsionados, ante los que los consumidores de la información no dudan ni analizan. Esto, a la larga, nos podrá llevar a difíciles e  insospechadas situaciones.