Unión Sindical, la fuerza de 20 mujeres en el fútbol playa

ALEGRÍA. Gritos de júbilo son proclamados por las féminas del equipo de Unión Sindical.
ALEGRÍA. Gritos de júbilo son proclamados por las féminas del equipo de Unión Sindical.

Su afición no es como ninguna otra, gritan, saltan y hasta recorren en ocasiones la cancha, por ver cómo juega su equipo. Así es la algarabía de 20 mujeres que conforman la barra de Unión Sindical, un grupo de féminas que deja de lado los trabajos del hogar y se citan cada fin de semana para dar aliento a sus esposos o hermanos en el fútbol playa Sob-50.

Edith Quiñónez, de 52 años, cuenta las decenas de ocasiones que ha compartido con su equipo, que está conformado por los trabajadores del Concejo Provincial y quienes se sienten respaldados al saber que de un lado de la cancha tienen el apoyo de sus seres más cercanos.

“Nosotras siempre asistimos, les damos gritos de apoyo y los incentivamos para que metan el gol”, afirma la madre de familia, quien junto a sus compañeras no podían dejar de mirar el encuentro.

Salir de la rutina

Quiñónez revela su amor por el deporte y por los partido del campeonatos que se juegan cada fin de semana, porque, a través de ellos, les permite salir de la rutina, además, que las mantiene en una condición física óptima.

Gane o pierda el equipo, pero en esta ocasión Unión Sindical venció 2 a 0 a San Luis, todas ellas se reúnen por la misma convicción, afianzar su amistad que ha trascendido como en las celebraciones de los cumpleaños de todos los integrantes del equipo.

“Aquí me tienes apoyando a mi esposo ‘Ché Mina’, ganemos o perdamos siempre es alegría”, comenta Gladys Guerrero de 54 años, que asegura que tomarse unas ‘heladitas’ después de un juego, es lo más gratificante y qué mejor si es que se ha ganado.

Para todas estas mujeres que gritan durante todo el encuentro, no hay día domingo que no asistan, según lo dice Esmeraldas Quintero, quien fue electa Reina del Sob-50 ‘Edad de Oro’ y quien confirma que se enfermó por no haber asistido el partido pasado, pero no por un virus, sino por la falta de diversión.