Democracia en bajada

Se acaba de publicar el informe de Latinobarómetro, correspondiente a 2018; refleja la percepción de las poblaciones de 18 países de América Latina y el Caribe.

Esta corporación de derecho privado sin ánimo de lucro, con sede en Santiago de Chile y sin vínculos con ninguna institución externa, regida por un consejo internacional, realiza sus análisis anuales mediante aproximadamente 20 mil entrevistas que representan a 600 millones de habitantes, por lo cual sus resultados responden a indicadores objetivos y creíbles que sirven de insumos para el trabajo de estudiosos, planificadores, ejecutivos, especialmente actores sociales y políticos.

Marta Lagos, directora de Latinobarómetro, ha declarado que “los latinoamericanos están como nunca antes insatisfechos con la salud de sus democracias”. La curva descendente es de cinco puntos menos que el año anterior. La aceptación es tan solo de un 48%, por eso habló del 2018 como “annus horribilis”, no únicamente por la progresiva falta de respaldo a la democracia sino por la indiferencia frente a la forma de gobierno, singularmente entre los jóvenes de 16 a 26 años.

Tal estado de cosas, sumamente preocupante, requiere con urgencia cambiar de rumbo hacia arriba, lo que se conseguirá con el mejor desempeño de gran parte de los partidos o grupos políticos y una sostenida labor de concienciación ciudadana sobre los beneficios de la democracia para el progreso y el bienestar de los pueblos, a fin de neutralizar el ascenso de los autoritarismos o totalitarismos camuflados con ropajes democráticos, repletos de abundante y falsa propaganda, como sucede en Venezuela o Nicaragua.

La demagogia y la corrupción son elementos que inciden en la erosión de la democracia y para que aceche, sin descanso, el siempre nefasto absolutismo.

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