Una luz al final del tunel


Luis Sánchez Tapia


El desastre que vive Venezuela como consecuencia directa del absurdo proyecto político iniciado por Chávez y hoy por el señor Maduro es tan arrasador, paranoico y energúmeno que ha orillado al pueblo Venezolano a lidiar con una hecatombe humanitaria sin precedentes; hay escasez de todo, desenfrenada delincuencia, hambruna, escenas de dolor y angustia, interminables columnas humanas esperando tener suerte y conseguir algo de comida en desabastecidos supermercados, la red nacional de salud al borde del colapso, tragedia humanitaria que se observa diariamente a través de la televisión con una enorme impotencia enfado ante esta pavorosa realidad.


La cúpula del poder encabezada por Maduro se niega reconocer el daño que han causado y siguen causando al país cuna del libertador Simón Bolívar; según estos seudos revolucionarios la culpa de esta apremiante situación es, una guerra económica orquestada por la oposición, la derecha internacional, los empresarios y la prensa independiente, desesperados justificativos que ocultan los imperdonables errores cometidos a lo largo de dos décadas, la desesperación y pánico que acosa al buro político es tal que el Sr. Maduro irresponsablemente convoca a la rebelión nacional a los pocos seguidores que aun quedan gozando de la prebenda que les otorga el moribundo régimen.


La intervención de la organización de Estados Americanos aunque tardía es válida, ya que se prende una luz al final de un tenebroso túnel, la resolución tomada después de debatir la situación venezolana es tibia, ya que aconseja el diálogo gobierno-oposición para encontrar una salida a este infierno que martiriza y se agrava cada minuto; lo ideal y pertinente es, respaldar sin ambigüedades la vigencia de los mecanismos constitucionales previstos precisamente para que el pueblo soberano decida el futuro político que debe seguir Venezuela, Maduro tiene la obligación moral y legal garantizar el proceso democrático.