Tamaño del Estado

MARCO BROWN CABEZA

Organización institucionalizada de la sociedad, resultante del devenir histórico. El Estado es consustancial al interés público. La República Moderna está cimentada en la conquista de derechos iguales de todos los ciudadanos para la plena realización del bienestar individual y colectivo. No obstante, asimetrías sociales y económicas estructurales enfrentan diferentes grupos de poder que pugnan por controlar el aparato estatal en el propósito de favorecer determinados intereses, factores que condicionan el accionar político. Juego del que las elites privilegiadas minoritarias siempre han sacado ventajas; gestionan el poder desde las sombras, reniegan del escenario público y se declaran apolíticos.

El tamaño del Estado es una polémica de vieja data en el Ecuador, se lo ha planteado como una confrontación cuasi sangrienta entre lo público y lo privado, presentados como incompatibles por algunos extremistas económicos que pululan entre los grandes empresarios. La prédica es tan simplista “corregiremos el déficit recortando el número de empleados estatales”, ¡qué genios! Echar gente a la desocupación en un país que tiene elevadísimas tasas de desempleo es irracional, porque profundiza la recesión económica y el paro laboral que estamos viviendo; adicionalmente se desperdicia el talento nacional.

El dinero de la masa salarial demanda bienes y servicios, estimula consumo y producción, lo cual redunda en ingresos para los agentes económicos conformados por empresarios privados grandes, medianos y pequeños, beneficiarios directos de la satanizada inversión pública. Empleo es indicador de salud económica. Reducir el gasto público es el estribillo, suena inocuo, pero ahí precisamente está la trampa porque persigue el desmantelamiento del Estado sin beneficio de inventario concreto.

Insistentemente hemos escuchado la difusa promesa de que serán los empresarios quienes podrían sustituir esos ingresos trayendo inversión nacional y extranjera. Cuento del gallo pelón, artimaña para engullirse las empresas públicas más rentables. Santiago Cuesta, consejero y gurú presidencial, ha anunciado el plan del gobierno para traspasar al sector privado las industrias de telecomunicaciones, electricidad e hidrocarburos. Bonita cosa, pretenden llevarse la pulpa y dejarnos el hueso blanco.

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