La mendicidad en Esmeraldas se muestra con cuatro caras

NECESIDAD. En algunas veredas de la ciudad de Esmeraldas, se observa a algunos adultos mayores mendigando.
NECESIDAD. En algunas veredas de la ciudad de Esmeraldas, se observa a algunos adultos mayores mendigando.

El malabar tiene que ser rápido aunque no necesariamente preciso o estético. La idea es llamar la atención durante los segundos que dura el semáforo en rojo. El rostro infantil logra convencer a algunos choferes, otros ni siquiera bajan los vidrios o los regresan a mirar.

En otro semáforo están los que no ‘hablan’: los venezolanos. Ellos optaron por escribir sus pedidos en pedazos de cartón. “¡Ayúdame! soy venezolano, no tengo trabajo. Mi familia tiene hambre”, se lee en algunos carteles gastados por el recurrente uso.

De ese tipo de pedidos se encargan hombres y mujeres, en la mayoría de los casos acompañados por niños que se exponen a todos los riesgos de estar por horas en la intemperie.

Vulnerables

Entre las veredas de la ciudad de Esmeraldas también están algunos adultos mayores en busca de monedas. No todos los días se los encuentra, pero en ocasiones es ‘normal’ hallar hasta tres en menos de cinco cuadras.

Al grupo de niños malabaristas, venezolanos y adultos mayores, se suman hombres y mujeres, la mayoría menores de 40 años, con problemas mentales o de consumo de drogas pidiendo dinero, no siempre de forma amable por efecto de su enfermedad.