Epílogo

GLORIA YÉPEZ PRIETO

No podemos mirar con indiferencia lo que está pasando con el hermano pueblo venezolano, si todos los días vemos en los transportes públicos de cualquier ciudad ecuatoriana a personas de esa nacionalidad ofreciendo caramelos o cualquier artículo para poder sobrevivir, si cada vez observamos a parejas jóvenes con niños, que con carteles en las esquinas o en los terminales de buses interprovinciales piden ayuda económica para su alimento. Los más de tres millones de venezolanos que han emigrado al sur del continente, han salido de su país porque la situación actual para ellos es insostenible. ¿Cree Ud., distinguido lector, que si estas personas tuvieran en su país las condiciones mínimas para poder vivir dignamente hubieran salido, inclusive arriesgando a sus hijos pequeños a un futuro incierto, lejos de su Patria?

Más de cincuenta países incluidos los de la comunidad europea desconocen a Maduro quien cuenta con el apoyo militar y han reconocido al joven Presidente Guaidó que se ha constituido en la esperanza de la mayoría de los venezolanos para salir de la situación catastrófica en la que se encuentran: un país donde la súper inflación persiste, donde con un sueldo básico que gana un conserje sólo se puede comprar media cubeta de huevos, o un pollo con el de un docente universitario que gana siete veces más que el conserje, donde la leche y los artículos de primera necesidad son escasos y, si se los consigue, no se los puede adquirir por el alto costo. En las farmacias no existen antibióticos, las perchas en los supermercados permanecen vacías.

La ayuda humanitaria está llegando a las fronteras, y Maduro a quien se lo vio disfrutando un banquete en un restaurant de Turquía mientras su pueblo se muere de hambre, no permite que los alimentos y medicinas ingresen a Venezuela, dizque por dignidad. ¿Dignidad de qué? ¿de la del mal llamado socialismo del siglo XXI que rige en Venezuela y que fue calificada de ideología de izquierda por sus exponentes Lula, Kirchner y Correa, quienes tienen cuentas con la justicia por corrupción?

Venezuela merece un epílogo de bienestar, sin más derramamiento de sangre y que sus habitantes donde quiera que estén reciban el apoyo fraterno. Los ecuatorianos podemos decir ¡de la que nos salvamos! Pues el corre ato con su socialismo del siglo XXI nos llevaba hacia el mismo descalabro. Ahora tenemos que fijarnos bien por quién votar el 24 de marzo.