No ofender a la mujer

EDGAR QUIÑONES SEVILLA

Los avances logrados por las mujeres en el mundo, en busca de su igualdad ante los varones, no han alcanzado hasta ahora el nivel esperado y en Ecuador el abuso contra las féminas sobrepasa los límites conocidos, llegando a estadios enfermizos de comportamiento negativo y preocupante. Ha crecido el número de mujeres que laboran fuera del hogar percibiendo salarios inferiores a los hombres y no ha mermado la agresión sexual y la explotación por su condición de féminas.

Solo algo más del 10% de parlamentarios del planeta son del bello sexo y en el caso del Ecuador, en las elecciones del 24 de marzo último, el número de prefectos y alcaldes llegó a 4 en el primer caso y 16 en el segundo, es decir, 17,39% y 7,24% respectivamente. Sin embargo, lo que más preocupa es el trato que se da a ciertas damas relevantes, como la excanciller María Fernanda Espinoza, contra quien se ha montado una maraña agresiva sin precedentes, por haber logrado el cargo más importante del mundo: Presidenta de la Asamblea General de las Naciones Unidas, dando un lustre singular a la nación para orgullo de los ecuatorianos. El lugar al cual ha ascendido tan valiosa fémina, solo había sido otorgado al Ecuador en 1973, al gran escritor Leopoldo Benítez Vinueza.

María Fernanda Espinoza, ha sido acusada de haber otorgado la nacionalidad ecuatoriana a Julián Assange, periodista y científico electrónico, que desnudó las vergonzosas acciones de los Estados Unidos contra varios países del orbe, a los cuales falsamente había acusado de delitos que no habían cometido. Assange hace poco fue expulsado de la Embajada del Ecuador en Londres, en comportamiento poco usual, violatorio de los derechos humanos, que gran parte de la población universal ha condenado. Las medidas que se solicitan desde la Asamblea Nacional y otros sectores contrarios a los derechos de las mujeres contra la Presidenta de la Asamblea General de la ONU, sería un baldón para el Ecuador, que siempre respetó los derechos humanos y veló por los privilegios de las damas en las aspiraciones de disfrutar de lo justo, razonable y legítimo.

Se impone mejorar la educación de nuestro país y recalcar la necesidad de observar un trato excepcional a las mujeres, que permita que el género mayoritario de la sociedad ecuatoriana -la mujer- afiance sus privilegios y disfrute del trato singular de madre, hermana y esposa.