Compilación

La heredad de las normas, los principios y la formación conllevan a que los frutos de la familia orientados amorosamente y con sabia moral perduren en el tiempo y cómo no dedicarle gratitud al padre de familia al resaltar su semblanza en la compilación de escritos que en variadas páginas reviven la vida y trayectoria del insigne lector, consagrado educador, exquisito caballero que amó su profesión para impartirla en su patria chica y fuera de ella, fincando ideales y gratas realizaciones para ser reconocidas por propios y extraños.

Es que Irma, su hija mayor, tenía que hacerlo para impregnar dulcemente la imagen de sapiencia y don de gente del distinguido maestro Don Modesto Enrique Suárez Pimentel, quien legó sus conocimientos a tantos y cuántos tuvimos la satisfacción de recibir su doctrina educativa. Lo recuerdo cuando siendo alumna fundadora de la Universidad Particular Laica Vicente Rocafuerte, extensión Esmeraldas, en unión a un ciento y más de alumnos-maestros lo recibimos con cálida sonrisa, mirada límpida y franca, y el cordial apretón de manos que se trocó en amplia y respetuosa amistad, al recibir los dos paralelos que cursábamos la materia de Pedagogía, a la voz enciclopédica y educada del respetable esmeraldeño que se involucraba como catedrático de la Laica Universidad.

La teoría pedagógica era recitada semanalmente con grandes figuras cognitivas sobresaliendo Vigozky y Pestalozzi y qué decir del examen final oral con tribunal de honor donde imperaba el sorteo de las temáticas. Felicito a Irma, mi compañera fundadora de la Laica y después de la Luis Vargas Torres, hija mayor de mi dilecto maestro que tuvo el criterio de recopilar datos y testimonios de la vida de su querido padre. “Nadie es profeta en su tierra”, dice el refrán, el personaje destacado que cito, sembró el conocimiento y la formación en otros lares, dejó estela de recuerdos en la provincia de El Oro que lo acunó y reconoció meritísimamente y que Esmeraldas, su tierra natal, testimonió como debe ser siempre.

Se educó y trascendió, dejó huellas de preparación académica y fue designado y reconocido por su saber como el hombre incólume lleno de bondad y distinción a toda prueba. Le cupo la suerte de vivir en la época en que los grandes hombres de esta tierra abrillantaban los nobles ideales de izquierda socialista con luces transparentes viviendo para enseñar,. La heredad del saber, de la pulcritud y exigencia lo hicieron gran representativo de Esmeraldas.