Édison Angulo, esmeraldeño que conquistó a la Antártida

HONOR. Édison Angulo, de grado militar sargento primero, es parte del selecto grupo de ecuatorianos que desde 1990 se han ido turnando para las expediciones de investigación científica.
HONOR. Édison Angulo, de grado militar sargento primero, es parte del selecto grupo de ecuatorianos que desde 1990 se han ido turnando para las expediciones de investigación científica.

En casa de Édison, son cinco: esposa, tres hijos y él. En el hogar, ubicado en el barrio ‘Vista al Mar’ en la ciudad de Esmeraldas, saben que papá y esposo no siempre estará físicamente con ellos, porque desde hace 22 años se enroló en las Fuerzas Armadas y dese hace tres a un grupo selecto de ecuatorianos que ha llegado al otro lado del mundo: la Antártida.

Allá, donde en ocasiones no oscurece, donde está el 90% del agua del mundo, donde en ocasiones la temperatura supera los menos 18 grados, está la Base ‘Pedro Vicente Maldonado’, el centro de investigación científica de ecuatorianos, en el que, incluso, los universitarios pueden acudir previa presentación y aprobación de un proyecto científico.

Édison Angulo Erazo, de actitud alegre, emelecista y encargado de la logística en la estación, relata en exclusiva para Diario La Hora, el cómo es vivir un verano austral en la Antártida, ubicada a unos 10.462 km desde Ecuador.

¿Cómo describe a la Antártida y estar cuatro meses allá?

(Silencio prolongado) La verdad es que no hay palabras para describir a la Antártida, es algo único. He participado en tres expediciones. En la primera, mientras estaba allá, en Ecuador nació mi hija Madi, en la vida militar en ocasiones te pierdes de grandes momentos, pero también ganas otros, como ir estar en la Antártida.

¿En las otras dos visitas se reportó alguna novedad en casa?

Sí, lamentablemente falleció mi madre. Pero no todo fue malo, en la segunda visita a la Base me reencontré con compañeros de Chile a quienes conocí en Cachaguna-Chile en un curso militar.

También nos encontramos con algunos compañeros veleros que los conocí mientras anduve en el Buque Escuela Guayas, durante la ‘Regata Bicentenario Velas Sudamérica 2010’, es por eso que digo que estar en la Armada te quita momentos con la familia, pero te regala muchos hermosos.

¿Cómo supera los momentos fuera de la tierra que lo vio nacer?

(Tararea una salsa) “despertar en otra tierra que no es la mía y aspirar el aire extraño de otros lugares”, esa canción la recuerdo y canto mucho cuando estoy lejos de mi Esmeraldas.

Usted sabe que los esmeraldeños somos muy apegados a la tierra, al cariño de los vecinos, a nuestra comida… pero bueno, solo toca cerrar los ojos, seguir respirando, recordar y esperar el regreso.

¿Entre las expediciones se lo ocurrió hacer alguna comida esmeraldeña?

(Sonríe, siempre sonríe) en una ocasión mi sargento José Yimbo, preparó una comida que parecería encocao de camarón, pero no, le faltaba el alma… el coco. Él lo hizo con crema de leche, le quedó muy bien porque es buena mano para la cocina, pero no era encocao. Estar en la Antártida donde todo es paz y blanco, se logra conocer la esencia de las personas.

¿Cómo llegó a la vida militar?

Emigré de la república federal de Esmeraldas (parafrasea) en 1996 hasta Guayaquil, para ingresar a la Escuela de Grumetes, e 1997 me gradué, desde allí soy orgullosamente miembro de las Fuerzas Armadas. No hay mejor manera de ganarse el dinero que haciendo lo que te apasione. Yo soy un devoto al trabajo y amante de mi familia.

Hablando del heroísmo en la Antártida

Ayer, en los bajos del edificio de la Flota Petrolera Ecuatoriana (Flopec) en Esmeraldas, las Fuerzas Armadas organizó una casa abierta como acto previo a la conmemoración del Combate Naval de Jambelí, del 25 de julio de 1941.

Entre las alternativas para estudiantes fue observar y enterarse de la funcionabilidad de los militares y sus armamentos, también les explicaron sobre los primeros auxilios.

Sin embargo, uno de los temas que concitaba el interés de los alumnos, era las historias de los ecuatorianos (35) que acuden cada verano austral a realizar investigaciones en la Antártida.

“Estar en la Antártida es enamorarse, es como estar más cerca de Dios, es algo indescriptible, solo se escuchan algunas aves y el viento”, describe el lugar Eddy Irrazabal, con cuatro expediciones de experiencia.

Además, destaca que en conversaciones con glaciólogos ecuatorianos, le han revelado que pese al malas actitudes ambiental de ciertos humanos la tierra, gracias se está defendiendo de mejor manera.