Un problema neurálgico

ATILIO RUGEL ALBÁN

Cuando decimos que el asunto del tránsito vehicular en el Ecuador es neurálgico, esto tiene mucho de lógica y coherencia. La Policía Nacional queda corta para controlar tantos atropellos y desmanes en calles y carreteras del país, por la irresponsabilidad de choferes que manejan en estado etílico o porque han consumido drogas que les hace perder el equilibrio mental y la tranquilidad para saber conducir, situación que es fácil de colegir porque quienes reciben una licencia profesional para manejar las que tienen varias clasificaciones, se las entregan luego de recibir cursos que incluyen el conocimiento de mecánica, conducción y relaciones humanas, para que sepan tratar bien al usuario; además, de otros conocimientos que deben asimilar respecto a la señalética en las calles y la velocidad en sectores urbanos y rurales, donde habiendo caseríos, escuelas y colegios no pueden excederse de 50 Km/h.

Pero parece que los maestros regalan calificaciones, porque el Ecuador entero no puede olvidar que hace unos pocos años se descubrió que muchas personas que nunca se habían sentado frente a un volante tenían licencias porque habían pagado y comprado ese derecho, lo cual constituía una verdadera mafia. En Esmeraldas es fácil comprobar estas faltas en las calles Cristóbal Colón, Eloy Alfaro y 6 de Diciembre, que los conductores las convierten en autopistas donde superan velocidades de 100 Km/h, situación que está ocurriendo en La Tolita, porque como no hay semáforos los carros no ruedan, sino que vuelan. No hay que dejar de reconocer que muchos que manejan carros son caballeros y que ceden el paso a personas mayores, niños y discapacitados, pero estos hay que contarlos con los dedos de la mano.

El Comandante de la Policía de Esmeraldas señalaba que la ciudadanía no colabora cuando los amigos de lo ajeno asaltan a plena luz del día y se meten a hogares y se reducen a tomar fotografías con sus celulares, que después las exhiben de manera morbosa, lo que no tiene sentido, porque la misión debería ser que pidan auxilio y ayuden a detener a los delincuentes que se multiplican todos los días por la facilidad que tienen para salir de las cárceles que muchas veces es tan rápido, que se lo puede comparar con el tiempo de duración de la caída de un rayo. Y también porque conocemos que muchos de los jueces una vez que han recibido la bondadosa colaboración de los infractores los dejan libres.