Campesinas con discapacidad, propensas al analfabetismo

Realidad. La educación es un pendiente en la ruralidad, según el MIES.
Realidad. La educación es un pendiente en la ruralidad, según el MIES.
Realidad. La educación es un pendiente en la ruralidad, según el MIES.
Realidad. La educación es un pendiente en la ruralidad, según el MIES.
Realidad. La educación es un pendiente en la ruralidad, según el MIES.
Realidad. La educación es un pendiente en la ruralidad, según el MIES.
Realidad. La educación es un pendiente en la ruralidad, según el MIES.
Realidad. La educación es un pendiente en la ruralidad, según el MIES.

Rosita Toalombo, de 32 años, ayuda desde que era una niña a su mamá, quien tiene un puesto de frutas en el sector de la Mena 2, en el sur de Quito. Toalombo llegó a la capital cuando tenía 10 años, desde Joseguango Bajo (Cotopaxi).

“Sí, algo, algo lee. Escribir también puede”, dice la madre de Rosita, quien justifica que su hija no haya terminado la escuela pues “en el campo es difícil” y cuando llegaron a la capital le “dijeron que tenía unos problemas en la cabeza, que por eso no aprendía bien”.

La madre de Toalombo describe que su hija era muy inquieta, también distraída y que reaccionaba efusivamente sin ninguna razón.

La sicóloga, Carla Saltos, comenta que Rosita podría tener autismo y que es una irresponsabilidad no haberla tratado desde niña: “Lamentablemente, eso pasa mucho en las comunidades, imagínese ser mujer del campo y además tener una discapacidad, las probabilidades de educarse se reducen mucho, pues su grado de vulnerabilidad es altísimo”.

Una realidad latente
Cifras del Ministerio de Inclusión Económica y Social (MIES) indican que la tasa de analfabetismo para personas con discapacidad en el sector rural es del 40,8%.

El Consejo Nacional para la Igualdad de Discapacidades (Conadis) señala que en el país, hay 302.620 personas con discapacidad de entre 18 y 64 años. De las cuales, el 33,6% son mujeres que no saben leer ni escribir.

EL DATO
La tasa de analfabetismo para personas con discapacidad del sector rural es del 40,8%.Llevar la educación a los sectores marginales sigue siendo una tarea pendiente y esta realidad afecta mayoritariamente a las mujeres. Así lo confirma el informe de Gestión del Servicio de Personas con Discapacidad, que el MIES publicó este mes.

Ahí se señala que las personas con discapacidad “padecen múltiples desigualdades y disponen de menos oportunidades para acceder a una educación de calidad”.

Saltos resalta que faltan políticas públicas que impulsen la total inclusión de personas con discapacidad que viven en zonas marginales. “En el campo, las familias aun ocultan a aquellos miembros que tienen cierto grado de discapacidad, más si son mujeres”.

Criterio
Sybel Martínez, miembro del Consejo de Protección de Derechos de Quit, señala que podrían existir cifras mayores a las entregadas por las instituciones oficiales.

Pues, señala, que solo ser mujer en Ecuador implica un factor de riesgo, si a eso se le suma una discapacidad y pertenecer al sector rural, las probabilidades de analfabetismo son altas.

Tanto para Martínez como Saltos, el Estado no ha avanzado en programas de inclusión que eviten que las mujeres con discapacidad sean totalmente dependientes de sus familias. (AVV)

Rosita Toalombo, de 32 años, ayuda desde que era una niña a su mamá, quien tiene un puesto de frutas en el sector de la Mena 2, en el sur de Quito. Toalombo llegó a la capital cuando tenía 10 años, desde Joseguango Bajo (Cotopaxi).

“Sí, algo, algo lee. Escribir también puede”, dice la madre de Rosita, quien justifica que su hija no haya terminado la escuela pues “en el campo es difícil” y cuando llegaron a la capital le “dijeron que tenía unos problemas en la cabeza, que por eso no aprendía bien”.

La madre de Toalombo describe que su hija era muy inquieta, también distraída y que reaccionaba efusivamente sin ninguna razón.

La sicóloga, Carla Saltos, comenta que Rosita podría tener autismo y que es una irresponsabilidad no haberla tratado desde niña: “Lamentablemente, eso pasa mucho en las comunidades, imagínese ser mujer del campo y además tener una discapacidad, las probabilidades de educarse se reducen mucho, pues su grado de vulnerabilidad es altísimo”.

Una realidad latente
Cifras del Ministerio de Inclusión Económica y Social (MIES) indican que la tasa de analfabetismo para personas con discapacidad en el sector rural es del 40,8%.

El Consejo Nacional para la Igualdad de Discapacidades (Conadis) señala que en el país, hay 302.620 personas con discapacidad de entre 18 y 64 años. De las cuales, el 33,6% son mujeres que no saben leer ni escribir.

EL DATO
La tasa de analfabetismo para personas con discapacidad del sector rural es del 40,8%.Llevar la educación a los sectores marginales sigue siendo una tarea pendiente y esta realidad afecta mayoritariamente a las mujeres. Así lo confirma el informe de Gestión del Servicio de Personas con Discapacidad, que el MIES publicó este mes.

Ahí se señala que las personas con discapacidad “padecen múltiples desigualdades y disponen de menos oportunidades para acceder a una educación de calidad”.

Saltos resalta que faltan políticas públicas que impulsen la total inclusión de personas con discapacidad que viven en zonas marginales. “En el campo, las familias aun ocultan a aquellos miembros que tienen cierto grado de discapacidad, más si son mujeres”.

Criterio
Sybel Martínez, miembro del Consejo de Protección de Derechos de Quit, señala que podrían existir cifras mayores a las entregadas por las instituciones oficiales.

Pues, señala, que solo ser mujer en Ecuador implica un factor de riesgo, si a eso se le suma una discapacidad y pertenecer al sector rural, las probabilidades de analfabetismo son altas.

Tanto para Martínez como Saltos, el Estado no ha avanzado en programas de inclusión que eviten que las mujeres con discapacidad sean totalmente dependientes de sus familias. (AVV)

Rosita Toalombo, de 32 años, ayuda desde que era una niña a su mamá, quien tiene un puesto de frutas en el sector de la Mena 2, en el sur de Quito. Toalombo llegó a la capital cuando tenía 10 años, desde Joseguango Bajo (Cotopaxi).

“Sí, algo, algo lee. Escribir también puede”, dice la madre de Rosita, quien justifica que su hija no haya terminado la escuela pues “en el campo es difícil” y cuando llegaron a la capital le “dijeron que tenía unos problemas en la cabeza, que por eso no aprendía bien”.

La madre de Toalombo describe que su hija era muy inquieta, también distraída y que reaccionaba efusivamente sin ninguna razón.

La sicóloga, Carla Saltos, comenta que Rosita podría tener autismo y que es una irresponsabilidad no haberla tratado desde niña: “Lamentablemente, eso pasa mucho en las comunidades, imagínese ser mujer del campo y además tener una discapacidad, las probabilidades de educarse se reducen mucho, pues su grado de vulnerabilidad es altísimo”.

Una realidad latente
Cifras del Ministerio de Inclusión Económica y Social (MIES) indican que la tasa de analfabetismo para personas con discapacidad en el sector rural es del 40,8%.

El Consejo Nacional para la Igualdad de Discapacidades (Conadis) señala que en el país, hay 302.620 personas con discapacidad de entre 18 y 64 años. De las cuales, el 33,6% son mujeres que no saben leer ni escribir.

EL DATO
La tasa de analfabetismo para personas con discapacidad del sector rural es del 40,8%.Llevar la educación a los sectores marginales sigue siendo una tarea pendiente y esta realidad afecta mayoritariamente a las mujeres. Así lo confirma el informe de Gestión del Servicio de Personas con Discapacidad, que el MIES publicó este mes.

Ahí se señala que las personas con discapacidad “padecen múltiples desigualdades y disponen de menos oportunidades para acceder a una educación de calidad”.

Saltos resalta que faltan políticas públicas que impulsen la total inclusión de personas con discapacidad que viven en zonas marginales. “En el campo, las familias aun ocultan a aquellos miembros que tienen cierto grado de discapacidad, más si son mujeres”.

Criterio
Sybel Martínez, miembro del Consejo de Protección de Derechos de Quit, señala que podrían existir cifras mayores a las entregadas por las instituciones oficiales.

Pues, señala, que solo ser mujer en Ecuador implica un factor de riesgo, si a eso se le suma una discapacidad y pertenecer al sector rural, las probabilidades de analfabetismo son altas.

Tanto para Martínez como Saltos, el Estado no ha avanzado en programas de inclusión que eviten que las mujeres con discapacidad sean totalmente dependientes de sus familias. (AVV)

Rosita Toalombo, de 32 años, ayuda desde que era una niña a su mamá, quien tiene un puesto de frutas en el sector de la Mena 2, en el sur de Quito. Toalombo llegó a la capital cuando tenía 10 años, desde Joseguango Bajo (Cotopaxi).

“Sí, algo, algo lee. Escribir también puede”, dice la madre de Rosita, quien justifica que su hija no haya terminado la escuela pues “en el campo es difícil” y cuando llegaron a la capital le “dijeron que tenía unos problemas en la cabeza, que por eso no aprendía bien”.

La madre de Toalombo describe que su hija era muy inquieta, también distraída y que reaccionaba efusivamente sin ninguna razón.

La sicóloga, Carla Saltos, comenta que Rosita podría tener autismo y que es una irresponsabilidad no haberla tratado desde niña: “Lamentablemente, eso pasa mucho en las comunidades, imagínese ser mujer del campo y además tener una discapacidad, las probabilidades de educarse se reducen mucho, pues su grado de vulnerabilidad es altísimo”.

Una realidad latente
Cifras del Ministerio de Inclusión Económica y Social (MIES) indican que la tasa de analfabetismo para personas con discapacidad en el sector rural es del 40,8%.

El Consejo Nacional para la Igualdad de Discapacidades (Conadis) señala que en el país, hay 302.620 personas con discapacidad de entre 18 y 64 años. De las cuales, el 33,6% son mujeres que no saben leer ni escribir.

EL DATO
La tasa de analfabetismo para personas con discapacidad del sector rural es del 40,8%.Llevar la educación a los sectores marginales sigue siendo una tarea pendiente y esta realidad afecta mayoritariamente a las mujeres. Así lo confirma el informe de Gestión del Servicio de Personas con Discapacidad, que el MIES publicó este mes.

Ahí se señala que las personas con discapacidad “padecen múltiples desigualdades y disponen de menos oportunidades para acceder a una educación de calidad”.

Saltos resalta que faltan políticas públicas que impulsen la total inclusión de personas con discapacidad que viven en zonas marginales. “En el campo, las familias aun ocultan a aquellos miembros que tienen cierto grado de discapacidad, más si son mujeres”.

Criterio
Sybel Martínez, miembro del Consejo de Protección de Derechos de Quit, señala que podrían existir cifras mayores a las entregadas por las instituciones oficiales.

Pues, señala, que solo ser mujer en Ecuador implica un factor de riesgo, si a eso se le suma una discapacidad y pertenecer al sector rural, las probabilidades de analfabetismo son altas.

Tanto para Martínez como Saltos, el Estado no ha avanzado en programas de inclusión que eviten que las mujeres con discapacidad sean totalmente dependientes de sus familias. (AVV)