Ecuador: confrontado y dividido

Salvatore Foti

Es paradójico, pero peor aún: es muy peligrosa la confrontación que se está dando entre algunos sectores de la sociedad con los indígenas y sus representantes. Hay demasiados ataques a las organizaciones sociales que solo alimentan y ratifican el grado de intolerancia hacia una parte de la población.

Es triste ver que todavía hay gente que se cree y actúa como superior. A los indígenas se los está descalificando por el simple hecho de protestar y tener posturas diferentes al Gobierno, que evidentemente auspicia y sostiene a los detractores de Vargas, Iza etc. A esto se lo llama dividir.

Un panorama muy sombrío y una combinación de elementos socioculturales que, si “explotaran”, darían un paso a una confrontación sin retorno. El Gobierno continúa evidenciando faltas muy graves sobre diálogo real (no hipócrita) y la comunicación. El Gobierno le sigue debiendo a muchos sectores de la sociedad, pues se debe a alianzas que se burlan de las necesidades reales de la nación.

Falta la voluntad política, duele decirlo, para que las fuerzas vivas del país y el Ejecutivo logren solucionar sus desencuentros. Esto solo promueve inseguridad y hasta odio de quienes desde la “superioridad” santifican y desacreditan a una parte de la población que no es ni más ni menos importante que las otras.

Hasta los políticos supuestamente más maduros y sabios se han equivocado con respecto a los indígenas y a las protestas que han protagonizado, pero todos se beneficiaron de su lucha y hasta la Asamblea Nacional, gran ausente del debate durante las protestas de octubre, ni siquiera hoy les dio la razón a las medidas económicas enviadas por el Gobierno.

Es una pena ver como casi en 2020 muy pocos quieran hablar de Ecuador y prefieren hablar de indígenas, serranos, costeños etc. Este camino es el equivocado, pero todos, inclusive los más “inteligentes”, lo han tomado. La confrontación y las diferencias deben ser políticas, pero están tomando otro rumbo. Esto debe preocuparnos hoy cuando aún estamos a tiempo de remediarlo.

[email protected]

Salvatore Foti

Es paradójico, pero peor aún: es muy peligrosa la confrontación que se está dando entre algunos sectores de la sociedad con los indígenas y sus representantes. Hay demasiados ataques a las organizaciones sociales que solo alimentan y ratifican el grado de intolerancia hacia una parte de la población.

Es triste ver que todavía hay gente que se cree y actúa como superior. A los indígenas se los está descalificando por el simple hecho de protestar y tener posturas diferentes al Gobierno, que evidentemente auspicia y sostiene a los detractores de Vargas, Iza etc. A esto se lo llama dividir.

Un panorama muy sombrío y una combinación de elementos socioculturales que, si “explotaran”, darían un paso a una confrontación sin retorno. El Gobierno continúa evidenciando faltas muy graves sobre diálogo real (no hipócrita) y la comunicación. El Gobierno le sigue debiendo a muchos sectores de la sociedad, pues se debe a alianzas que se burlan de las necesidades reales de la nación.

Falta la voluntad política, duele decirlo, para que las fuerzas vivas del país y el Ejecutivo logren solucionar sus desencuentros. Esto solo promueve inseguridad y hasta odio de quienes desde la “superioridad” santifican y desacreditan a una parte de la población que no es ni más ni menos importante que las otras.

Hasta los políticos supuestamente más maduros y sabios se han equivocado con respecto a los indígenas y a las protestas que han protagonizado, pero todos se beneficiaron de su lucha y hasta la Asamblea Nacional, gran ausente del debate durante las protestas de octubre, ni siquiera hoy les dio la razón a las medidas económicas enviadas por el Gobierno.

Es una pena ver como casi en 2020 muy pocos quieran hablar de Ecuador y prefieren hablar de indígenas, serranos, costeños etc. Este camino es el equivocado, pero todos, inclusive los más “inteligentes”, lo han tomado. La confrontación y las diferencias deben ser políticas, pero están tomando otro rumbo. Esto debe preocuparnos hoy cuando aún estamos a tiempo de remediarlo.

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Es paradójico, pero peor aún: es muy peligrosa la confrontación que se está dando entre algunos sectores de la sociedad con los indígenas y sus representantes. Hay demasiados ataques a las organizaciones sociales que solo alimentan y ratifican el grado de intolerancia hacia una parte de la población.

Es triste ver que todavía hay gente que se cree y actúa como superior. A los indígenas se los está descalificando por el simple hecho de protestar y tener posturas diferentes al Gobierno, que evidentemente auspicia y sostiene a los detractores de Vargas, Iza etc. A esto se lo llama dividir.

Un panorama muy sombrío y una combinación de elementos socioculturales que, si “explotaran”, darían un paso a una confrontación sin retorno. El Gobierno continúa evidenciando faltas muy graves sobre diálogo real (no hipócrita) y la comunicación. El Gobierno le sigue debiendo a muchos sectores de la sociedad, pues se debe a alianzas que se burlan de las necesidades reales de la nación.

Falta la voluntad política, duele decirlo, para que las fuerzas vivas del país y el Ejecutivo logren solucionar sus desencuentros. Esto solo promueve inseguridad y hasta odio de quienes desde la “superioridad” santifican y desacreditan a una parte de la población que no es ni más ni menos importante que las otras.

Hasta los políticos supuestamente más maduros y sabios se han equivocado con respecto a los indígenas y a las protestas que han protagonizado, pero todos se beneficiaron de su lucha y hasta la Asamblea Nacional, gran ausente del debate durante las protestas de octubre, ni siquiera hoy les dio la razón a las medidas económicas enviadas por el Gobierno.

Es una pena ver como casi en 2020 muy pocos quieran hablar de Ecuador y prefieren hablar de indígenas, serranos, costeños etc. Este camino es el equivocado, pero todos, inclusive los más “inteligentes”, lo han tomado. La confrontación y las diferencias deben ser políticas, pero están tomando otro rumbo. Esto debe preocuparnos hoy cuando aún estamos a tiempo de remediarlo.

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Es paradójico, pero peor aún: es muy peligrosa la confrontación que se está dando entre algunos sectores de la sociedad con los indígenas y sus representantes. Hay demasiados ataques a las organizaciones sociales que solo alimentan y ratifican el grado de intolerancia hacia una parte de la población.

Es triste ver que todavía hay gente que se cree y actúa como superior. A los indígenas se los está descalificando por el simple hecho de protestar y tener posturas diferentes al Gobierno, que evidentemente auspicia y sostiene a los detractores de Vargas, Iza etc. A esto se lo llama dividir.

Un panorama muy sombrío y una combinación de elementos socioculturales que, si “explotaran”, darían un paso a una confrontación sin retorno. El Gobierno continúa evidenciando faltas muy graves sobre diálogo real (no hipócrita) y la comunicación. El Gobierno le sigue debiendo a muchos sectores de la sociedad, pues se debe a alianzas que se burlan de las necesidades reales de la nación.

Falta la voluntad política, duele decirlo, para que las fuerzas vivas del país y el Ejecutivo logren solucionar sus desencuentros. Esto solo promueve inseguridad y hasta odio de quienes desde la “superioridad” santifican y desacreditan a una parte de la población que no es ni más ni menos importante que las otras.

Hasta los políticos supuestamente más maduros y sabios se han equivocado con respecto a los indígenas y a las protestas que han protagonizado, pero todos se beneficiaron de su lucha y hasta la Asamblea Nacional, gran ausente del debate durante las protestas de octubre, ni siquiera hoy les dio la razón a las medidas económicas enviadas por el Gobierno.

Es una pena ver como casi en 2020 muy pocos quieran hablar de Ecuador y prefieren hablar de indígenas, serranos, costeños etc. Este camino es el equivocado, pero todos, inclusive los más “inteligentes”, lo han tomado. La confrontación y las diferencias deben ser políticas, pero están tomando otro rumbo. Esto debe preocuparnos hoy cuando aún estamos a tiempo de remediarlo.

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