¿Otro estado fallido?

EDUARDO CHIRIBOGA APONTE

Una pregunta recurrente en muchas reuniones sociales, es cuál consideramos el camino a seguir para regresar al sendero del crecimiento como país. Se percibe un sentimiento de incredulidad en las medidas tomadas por el gobierno, pues no se siente cambio alguno. Hay en buena medida, la opinión de que el gobierno anterior dejó maniatado al presente, hipotecando nuestra principal riqueza, el petróleo, hasta el 2025 y despilfarrando ese dinero, cuyo objetivo linderaría con un maquiavelismo sin nombre.

Pero lo cierto es que cuando vemos a un gobierno que no puede pagar sus deudas; que no restringe su gasto corriente a sabiendas que tiene que mantener a un Estado obeso, que proyecta su presupuesto para 2020 con base de mayor endeudamiento y con un déficit fiscal enorme; que aún no toma conciencia de que al agricultor el 11.60% de interés bancario no le sirve y lo pone en desventaja para ser competitivo; que solo escucha a la industria; que no logra llegar a un pacto social con los dirigentes sindicalistas, indígenas, productores e industria, para revisar el caduco código laboral que coarta la creación de empleo, necesitad uno para el ciudadano.

Que no se percata que el libre albedrío de la intermediación, sumado a factores expuestos, encarece el nivel de vida y de competitividad de todos los ecuatorianos; parece llevarnos irremediablemente, a la amarga conclusión, de que la ideologización errada de la política, y la falta de concertación con las mafias criollas, nos están llevando a ser otro Estado fallido.

La política convertida en un negocio al servició de la protección de una bancocracia camuflada; de los oligopolios y monopsonios; de los contrabandistas y de los que pretenden convertirnos en un narco Estado; con un Legislativo cómplice; y con una justicia timorata y amenazada; nos desafortunadamente lleva a pensar, que quienes aspiren a conducir los destinos del país en 2021, o son muy ingenuos, o serán los continuadores de la consolidación de este macabro escenario nacional, para esculpir en piedra las atrocidades, inequidades y miopías que palpamos. Dios proteja al país.

[email protected]

EDUARDO CHIRIBOGA APONTE

Una pregunta recurrente en muchas reuniones sociales, es cuál consideramos el camino a seguir para regresar al sendero del crecimiento como país. Se percibe un sentimiento de incredulidad en las medidas tomadas por el gobierno, pues no se siente cambio alguno. Hay en buena medida, la opinión de que el gobierno anterior dejó maniatado al presente, hipotecando nuestra principal riqueza, el petróleo, hasta el 2025 y despilfarrando ese dinero, cuyo objetivo linderaría con un maquiavelismo sin nombre.

Pero lo cierto es que cuando vemos a un gobierno que no puede pagar sus deudas; que no restringe su gasto corriente a sabiendas que tiene que mantener a un Estado obeso, que proyecta su presupuesto para 2020 con base de mayor endeudamiento y con un déficit fiscal enorme; que aún no toma conciencia de que al agricultor el 11.60% de interés bancario no le sirve y lo pone en desventaja para ser competitivo; que solo escucha a la industria; que no logra llegar a un pacto social con los dirigentes sindicalistas, indígenas, productores e industria, para revisar el caduco código laboral que coarta la creación de empleo, necesitad uno para el ciudadano.

Que no se percata que el libre albedrío de la intermediación, sumado a factores expuestos, encarece el nivel de vida y de competitividad de todos los ecuatorianos; parece llevarnos irremediablemente, a la amarga conclusión, de que la ideologización errada de la política, y la falta de concertación con las mafias criollas, nos están llevando a ser otro Estado fallido.

La política convertida en un negocio al servició de la protección de una bancocracia camuflada; de los oligopolios y monopsonios; de los contrabandistas y de los que pretenden convertirnos en un narco Estado; con un Legislativo cómplice; y con una justicia timorata y amenazada; nos desafortunadamente lleva a pensar, que quienes aspiren a conducir los destinos del país en 2021, o son muy ingenuos, o serán los continuadores de la consolidación de este macabro escenario nacional, para esculpir en piedra las atrocidades, inequidades y miopías que palpamos. Dios proteja al país.

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Una pregunta recurrente en muchas reuniones sociales, es cuál consideramos el camino a seguir para regresar al sendero del crecimiento como país. Se percibe un sentimiento de incredulidad en las medidas tomadas por el gobierno, pues no se siente cambio alguno. Hay en buena medida, la opinión de que el gobierno anterior dejó maniatado al presente, hipotecando nuestra principal riqueza, el petróleo, hasta el 2025 y despilfarrando ese dinero, cuyo objetivo linderaría con un maquiavelismo sin nombre.

Pero lo cierto es que cuando vemos a un gobierno que no puede pagar sus deudas; que no restringe su gasto corriente a sabiendas que tiene que mantener a un Estado obeso, que proyecta su presupuesto para 2020 con base de mayor endeudamiento y con un déficit fiscal enorme; que aún no toma conciencia de que al agricultor el 11.60% de interés bancario no le sirve y lo pone en desventaja para ser competitivo; que solo escucha a la industria; que no logra llegar a un pacto social con los dirigentes sindicalistas, indígenas, productores e industria, para revisar el caduco código laboral que coarta la creación de empleo, necesitad uno para el ciudadano.

Que no se percata que el libre albedrío de la intermediación, sumado a factores expuestos, encarece el nivel de vida y de competitividad de todos los ecuatorianos; parece llevarnos irremediablemente, a la amarga conclusión, de que la ideologización errada de la política, y la falta de concertación con las mafias criollas, nos están llevando a ser otro Estado fallido.

La política convertida en un negocio al servició de la protección de una bancocracia camuflada; de los oligopolios y monopsonios; de los contrabandistas y de los que pretenden convertirnos en un narco Estado; con un Legislativo cómplice; y con una justicia timorata y amenazada; nos desafortunadamente lleva a pensar, que quienes aspiren a conducir los destinos del país en 2021, o son muy ingenuos, o serán los continuadores de la consolidación de este macabro escenario nacional, para esculpir en piedra las atrocidades, inequidades y miopías que palpamos. Dios proteja al país.

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EDUARDO CHIRIBOGA APONTE

Una pregunta recurrente en muchas reuniones sociales, es cuál consideramos el camino a seguir para regresar al sendero del crecimiento como país. Se percibe un sentimiento de incredulidad en las medidas tomadas por el gobierno, pues no se siente cambio alguno. Hay en buena medida, la opinión de que el gobierno anterior dejó maniatado al presente, hipotecando nuestra principal riqueza, el petróleo, hasta el 2025 y despilfarrando ese dinero, cuyo objetivo linderaría con un maquiavelismo sin nombre.

Pero lo cierto es que cuando vemos a un gobierno que no puede pagar sus deudas; que no restringe su gasto corriente a sabiendas que tiene que mantener a un Estado obeso, que proyecta su presupuesto para 2020 con base de mayor endeudamiento y con un déficit fiscal enorme; que aún no toma conciencia de que al agricultor el 11.60% de interés bancario no le sirve y lo pone en desventaja para ser competitivo; que solo escucha a la industria; que no logra llegar a un pacto social con los dirigentes sindicalistas, indígenas, productores e industria, para revisar el caduco código laboral que coarta la creación de empleo, necesitad uno para el ciudadano.

Que no se percata que el libre albedrío de la intermediación, sumado a factores expuestos, encarece el nivel de vida y de competitividad de todos los ecuatorianos; parece llevarnos irremediablemente, a la amarga conclusión, de que la ideologización errada de la política, y la falta de concertación con las mafias criollas, nos están llevando a ser otro Estado fallido.

La política convertida en un negocio al servició de la protección de una bancocracia camuflada; de los oligopolios y monopsonios; de los contrabandistas y de los que pretenden convertirnos en un narco Estado; con un Legislativo cómplice; y con una justicia timorata y amenazada; nos desafortunadamente lleva a pensar, que quienes aspiren a conducir los destinos del país en 2021, o son muy ingenuos, o serán los continuadores de la consolidación de este macabro escenario nacional, para esculpir en piedra las atrocidades, inequidades y miopías que palpamos. Dios proteja al país.

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