Puerto para Esmeraldas y la nación

EDGAR QUIÑONES SEVILLA

Ha vuelto a presentarse la amenaza de regalar el puerto de Las Palmas, propiedad de Esmeraldas, pagado por su pueblo, concesionado ilegalmente en 2004 y recuperado gracias a la lucha de sus mejores hombres y mujeres, en 2010 para beneficio de su comunidad y del Ecuador. Se propone entregar el terminal portuario a una empresa que percibirá la pulpa y a Esmeraldas le dejará el hueso, a pretexto de que hay que modernizar el complejo, para que pueda recibir barcos de mayor calado y brindar beneficios superiores a sus usuarios.

Los propietarios del puerto lo que aspiran es a una administración que cumpla con las aspiraciones de los habitantes de esta región, empezando por contratar mano de obra general y cualificada; que los beneficios de las labores que se lleven a cabo se inviertan en apoyo a la educación, cultura, turismo, desarrollo agroindustrial, superación urbanística, salud y recreación de todos. Si quieren desprenderse de otros bienes creados por los obreros del país en el pasado lejano y reciente, empiecen por aquellos cuyo rendimiento es insuficiente y han sido pagados por el Estado, no como el puerto de Esmeraldas, levantado y sudado por los nativos de esta provincia.

La sociedad de esta tierra verde exige que se la respete, que nadie ose insistir en comercializar lo que únicamente a ella le es facultativo; reclama también que la administración de este terminal se confíe a profesionales nacidos o con larga radicación en este territorio de la cultura Chibcha-Tolita. No deseamos personas improvisadas en la conducción del complejo naval, menos de los similares a aquellos de los últimos años que fueron muestra de fracaso económico y administrativo.

El pueblo de Luis Vargas Torres, Roberto Luis Cervantes y Gustavo Becerra, no tendrá temor de salir a las calles de sus poblados cantonales a reclamar sus derechos en el marco de la ley, con firmeza y patriotismo, como lo hiciera la última década del pasado siglo y primera del presente, cuando supo señalar que sus derechos no pueden ser conculcados y que la dignidad de los pueblos está por encima de cualquier oferta económica.

Así como el 5 de Agosto de 1820 los rioverdeños señalaron a los habitantes de la Real Audiencia de Quito el camino para triunfar el 9 de Octubre del mismo año en Guayaquil hasta culminar el 24 de Mayo de 1822, en Pichincha, los patriotas esmeraldeños de ahora, sabrán entregar su aporte para que Esmeraldas sea respetada y valorada.