Voces de quienes sienten la crisis

PERMANENCIA. Ángela Alarcón quien todas las mañanas está en su puesto de venta de morochos, empanadas y bolones revela que han bajado las ventas.
PERMANENCIA. Ángela Alarcón quien todas las mañanas está en su puesto de venta de morochos, empanadas y bolones revela que han bajado las ventas.

Los del sector comercial, pese a que han bajado las ventas no dejan de abrir sus locales.

Ángela Alarcón de 64 años de lunes a viernes desde las 06:00 vende morochos, empanadas y bolones en los exteriores del hospital público ‘Delfina Torres’, al sur de la ciudad de Esmeraldas. La vigente emergencia sanitaria no le impide madrugar e ir a buscar el dinero para su familia.

Revela que ahora las ventas bajaron considerablemente.“Nadie me da nada, no cobro Bono Solidario del Gobierno. Ahora me ha tocado hacer menos material porque hay días que vendo y otros poco, casi se trabaja a pérdidas. Así sea un dólar que me gane me sirve para la comida casa”, narra su día a día.

Walter Casabamba quien tiene una tienda desde hace tres años frente al Hospital, dice que desde que cerraron el ingreso por la puerta principal de Consulta Externa bajaron las ventas, porque ahora por ese lugar no pasa nadie pasa, ya que solo vienen por el área de emergencia.

“Nos ha tocado estar reduciendo los pedidos a nuestros proveedores porque no se está vendiendo y por ende no hay dinero como pagar”, revela. Y aclara que sigue abriendo su local porque tiene que pagar los servicios básicos, arriendo y los créditos bancarios y de productos que están en percha.

VENTAS. Cindy Pinoargote dueña de una panadería, volvió a abrir su negocio para poder reunir para los pagos y no perder la clientela.
VENTAS. Cindy Pinoargote dueña de una panadería, volvió a abrir su negocio para poder reunir para los pagos y no perder la clientela.

Persistencia

Cindy Pinoargote dueña de una panadería cercana a la casa de salud, quien desde hace 15 días había cerrado su local por las ventas bajas, volvió a abrir con su esposo obligada por la crisis y con la fe de poder vender algo para solventar los gastos de la familia.

«Antes de esta crisis trabajamos tres en la panadería, pero ahora solo con mi esposo, volvimos a salir porque tenemos cosas que pagar», explica. Todos los días ella tiene que ver la manera de viajar desde la parroquia Tonchigüe, cantón Atacames para abrir su local que abre desde las 06:30, tomando todas medidas de bioseguridad posible para evitar contraer el coronavirus.

Ella atribuye las bajas ventas porque sus clientes, los familiares y pacientes del hospital, ahora permanecen en casa y no van a ese lugar. A las quejas por la falta de ingreso se suma su vecino Diego Samaniego.

«Para nosotros que tememos negocios de ventas de colas, aguas y jugos ha disminuido por el cierre de los restaurantes que eran nuestros principales clientes y ahora tenemos que ver qué implementamos para ver si podemos vender algo y poder subsistir», comenta su preocupaciones.