Criticar es fácil

Así decía, en 1971, un detentador del poder en Cuba. Eso dicen los que no quieren ser criticados, como sucede actualmente en la misma Cuba, 59 años después del fracaso y la ruina de ese país, en Venezuela, en Nicaragua. Es la retórica de los socialistas que han fracasado en la conducción de sus países, con una extraña mezcla de populismo y marxismo.

Ciertos intelectuales, algunos brillantes y laureados escritores, han aupado a tales gobiernos totalitarios, aplaudiéndose entre sí. Gabriel García Márquez incondicional de Castro, olvidaba la violación de los derechos humanos, la carencia de la libertad de expresión, su infame policía secreta, los fusilamientos políticos en esa isla. Pablo Neruda, feliz en su dilatada vida diplomática, burguesa y de coleccionista, proclamaba su comunismo, mientras su admirado Stalin masacraba a 20 millones de ‘camaradas’ rusos que disentían con el Partido.

Tal ha sido la obstinación de tales revolucionarios y sus adláteres que ante el fracaso en sus gobiernos, desastres económicos, derrotas electorales, sin rubor han reclamado el poder o la ruina, logrando con éxito tan triste resultado. Cabe recordar al nazista Hitler y al fascista Mussolini, quienes destruyeron Alemania e Italia, en su orden. Abundan los que prefieren la muerte a la vida si todos no siguen sus ideales. Ejemplo es el mítico Che Guevara, si bien una leyenda, nada de constructivo hizo en este mundo, salvo difundir un retrato que lo lleva quienes no conocen de su destructora mística política que le conducía a cometer personalmente atrocidades, impropias de un ser humano solidario y respetuoso de los demás.

Por supuesto la crítica debe ser hecha en forma severa, con nombres y apellidos, por la sociedad civil y los periodistas, pues de lo contrario no serían útiles a la sociedad. El silencio es casi autoría y las ‘medias tintas’ complicidad. Claro que la crítica debe ser directa, sobre hechos comprobables, y positiva. Aquello exige desde luego no estar siempre en la oposición o en la contradicción y tener buena memoria diaria e histórica.