Desaciertos de la razón

En la vida, más cerca de la verdad están las emociones que la razón, pues el cerebro nos depara sorpresas que no siempre son acertadas. Tenemos falsos o erróneos conocimientos, ideas en piedra de los que no cambian de opinión, o que no pueden cambiar nada, o nos han ‘lavado’ el cerebro. Sin embargo, cuando los políticos no ganan en elecciones, aducen que el pueblo ha votado más por emociones que por razonamientos.

Afirmación discutible, pues si votan porque el candidato es apuesto, es una sentimiento que salta a la vista; si es buen orador, en buena hora que lo sepan apreciar; si ofrece una mejor vida a sus electores, es lo que hacen todos los candidatos, unos aciertan otros son un desastre, no porque los han elegido emocionalmente, sino que no sirvieron para gobernantes, o resultaron corruptos o desubicados de la realidad o sus teorías resultaron falsas por inaplicables como el marxismo u oportunistas como el socialismo del siglo XXI.

Dos emociones han movido el mundo: el amor y la religión, dos ataduras, que nadie discute. Un poema, saber de física, belleza física, no son suficientes para una correspondida conquista amorosa. La emoción es un sentimiento espontáneo y auténtico, por eso su éxito en la política. El origen de la palabra razón es del latín ratio es decir ‘cálculo’, luego éticamente es más culpable de algún fracaso electoral.

La religión es un acto de fe, de emoción, en algunos casos mística. Se puede con razonamientos aceptar la existencia de la ‘idea’ de Dios (Las cinco vías de Santo Tomás), pero no probar su existencia, que surge de la emoción, de encontrar un sentido a la vida, desde luego la fe auténtica, no la de Jardiel Poncela: “Fe es masticar sin dientes”, que es frase graciosa, mientras que la de Santa Teresa es el encuentro interior sublime con Dios y su contemplación.

Bernard Shaw afirma que el “progreso depende del hombre irrazonable” o sea del que intenta adaptar el mundo a sí mismo. Y completa: “En la guerra no decide quién tiene la razón, sino quienes quedan”. Igual, en la política deciden quienes sobreviven, por eso hace falta la ética.

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