Relatos: La felicidad que genera una casa propia

MOMENTO. Ana Olaya y su hija con Microcefalia en su nueva casa dejan en evidencia el amor entre ambas.
MOMENTO. Ana Olaya y su hija con Microcefalia en su nueva casa dejan en evidencia el amor entre ambas.

La Hora hizo publicó anhelos de familias que demandaban de vivienda y que ahora la tienen.

El 2016 fue un año para el olvido en algunos hogares esmeraldeños. El 25 de enero llovió el equivalente a un mes, ese día los ríos se desbordaron y varias lomas se deslizaron, por lo que aproximadamente 7.000 familias se quedaron sin casas; unas temporalmente y otras siguen luchado para decir nuevamente: “ésta casa es mía”.

Tres meses después del torrencial, el 16 de abril, el terremoto de 7,8 en la la escala de Richter, hizo de Esmeraldas la segunda provincia (primero Manabí) con mayor devastación. Y no lo es todo. Mientras la gente se recuperaba del susto y las pérdidas económicas, llegó la Chikungunya y la Zika, enfermedades tropicales transmitidas por el mosquito del género Aedes.

En el grupo de las infectadas estaba Ana Olaya. Cuando el insecto le picó ya tenía varias semanas de embarazo. Su cuerpo empezó a mostrar los síntomas clásicos de la enfermedad: fiebre, dolores de la articulaciones y cabeza; erupciones en la piel y su conjuntivitis (ojos rojos). Tras someterse a la prueba de sangre resultó positivo de Zika.

La secuela de la enfermedad se evidenció en al nacer su hija con Microcefalia, trastorno neurológico en el cual la circunferencia de la cabeza es más pequeña de lo normal en relación a la edad y al sexo del niño/a. A sus tres años, tiene afectación en el desarrollo de funciones motrices y el habla, lo que no ha logrado borrarle la enfermedad irreversible es su tierna y contagiante sonrisa.

CAMBIO. María Ester Marret es parte de las 26 familias favorecidas con las casas para quienes parientes con discapacidad.
CAMBIO. María Ester Marret es parte de las 26 familias favorecidas con las casas para quienes parientes con discapacidad.

Casas para discapacitados

“Ella ríe por todo. Es mi bendición”, comenta la mujer que hoy cumple ocho días en su nueva casa, ubicada en el conjunto habitacional ‘El Coral’, contiguo a la ciudadela del Buen Vivir Bendición de Dios, en la vía Esmeraldas-Atacames, frente a los Judiciales. La mujer sonríe menos que su hija, pero no logra ocultar su emoción al saber que ya no tendrá que pagar arriendo y que ahora, gracias a la discapacidad de su tercera hija, tiene un lugar propio para criarlos.

“Fueron casi tres años de espera, pero valió la pena”, agrega mientras muestra cómo se abre con facilidad uno de los tres cuatro del hogar, donde también está una sala, un baño, área de cocina y en los exteriores 25 vecinos en infraestructuras similares que también lidian con un pariente ‘especial’; no todas las viviendas están con los beneficiarios.

En una de las casas habitadas está María Ester Marret. Ella perdió su hogar con el terremoto del 2016. A ese momento lo recuerda con sentimientos cruzados, ya que estaba en el hospital con su hija enferma cuando empezó el remezón, mientras en casa no había nadie; el resto de la familia estaba donde la abuela por varias necesidades en casa.

Desde el colapso recibió posada durante dos años donde su mamá, luego empezó a arrendar hasta que el lunes pasado llegó desde el Miduvi Esmeraldas la llamada esperada por meses: “aliste sus cosas señora María; agarre una camioneta y venga hasta El Coral que ya salió favorecida para estar en su nueva casa”, revela el diálogo. La emoción fue tal –relata- que al ingresar no logró contener el llanto de felicidad.

Las casa de El Coral son de muros de hormigón armado, no tienen bloques ni mampostería de ningún tipo.Quien también sabe de ese tipo de emociones es Yadira Jama, que está en la ciudadela del Buen Vivir Bendición de Dios, junto a El Coral donde vive desde hace 5 años con sus hijos tras dejar la insalubridad que rodeaba a su excasa de caña guadúa.

Con gratitud revela que varios reportajes de La Hora incidieron para mostrar la problemática y reubicación de las familias que estaban junto a los desfogues de aguas residuales en la zona de manglares de la ribera del Esmeraldas.

“Por mi casa nueva solo pagaba 15 dólares mensuales, en total 900 dólares, eso no es nada para una casa bonita como la que me dieron”, comenta con una brillante sonrisa. En su entorno están otras 155 familias que dejaron las zonas de riesgo e insalubridad y recibieron una vivienda gubernamental.

Similar beneficio se aplicaron con Ana Olaya y María Ester Marret, de El Coral, donde en un mes se inaugurarán las primeras 266 unidades de 408 viviendas del plan ‘Casa para todos’ que está favoreciendo a quienes estaban en albergues, arrendando o en casas de familias tras los daños estructurales generados por temas antrópicos o naturales; en la lista está la hija de Ana que ríe indiferente a su Microcefalia en la casa donde vive ella, su mamá, hermanos y papá. (MGQ)

PANORÁMICA. El conjunto habitacional ‘El Coral’ será inaugurado el siguiente mes en su primera etapa, se aspira a que el Presidente acuda al acto protocolario.
PANORÁMICA. El conjunto habitacional ‘El Coral’ será inaugurado el siguiente mes en su primera etapa, se aspira a que el Presidente acuda al acto protocolario.

Terrenos donados

El conjunto habitacional ‘El Coral’, se construye en 5.4 hectáreas de terrenos que fueron donadas al Municipio de Esmeraldas en la administración anterior, por el empresario Washington Ayora.

Esa acción es la que permitirá que 408 familias tengan un hogar propio. La urbanización es completa y contempla: sala comunal, áreas verdes y juegos infantiles. Las características de las viviendas son: hormigón armado, se dividen en bloques de tres departamentos de tres plantas y otras que son unifamiliares, en planta baja, exclusivas para personas con discapacidad.