Iván M. era un obrero que trabajó por 20 años en una empresa en Lago Agrio, en Sucumbíos. En esa ciudad estaba radicado mientras cumplía su jornada laboral y su familia residía en Esmeraldas. Con la aparición de la pandemia por el coronavirus fue notificado y separado de su puesto de trabajo.
Al enterarse de la noticia de que formaba parte del gran porcentaje de nuevos desempleados en el país; las deudas, la incertidumbre de cómo mantener a su familia y el sentimiento de inutilidad lo llevaron a la depresión, trastorno que sus compañeros de trabajo que vivían cerca de él no lo notaron, tampoco sus parientes que estaban distantes, lo único que sabían era lo que él comentaba de cómo asumir las responsabilidades económicas del hogar.
El hombre no pudo manejar esta situación depresiva y aprovechando la soledad de su habitación se quitó la vida ahorcándose. Sus amigos lo hallaron colgado y sin vida.
¿Cómo evitarlo?
Para la psicóloga clínica Malena Bedón, la presencia del Covid-19 causó un impacto en la vida del ser humano porque nadie estaba acostumbrado a situaciones que afectan la parte emocional y sicológica del individuo en ese magnitud. “Cuando sientes que te aíslan y te dicen que te cuides porque puedes contagiarte, eso genera incertidumbre”.
Añade que las deudas, la falta de trabajo y otras preocupaciones se acumulan y causan ansiedad. Sumado a las etapas de tristeza por la pérdida de un pariente, una ruptura amorosa, irritabilidad, ya no se disfruta lo que antes se hacía y los cambios en los patrones de sueño, son manifestaciones que presentan adolescentes, jóvenes y adultos, y la familia debe estar atenta para buscar la ayuda psicológica.
De acuerdo con la profesional, en los niños es un poco complicado determinar los grados de ansiedad o de depresión, pero los padres deben estar vigilantes del cambio de comportamiento de sus hijos.
Los constantes pensamientos negativos conllevan a una ansiedad o depresión que podrían llevar al suicidio.La psicóloga Malena Bedón recomienda a los padres de familia a organizar actividades que incluyan a los niños y adolescentes. Aclara que no se puede obligar al menor de edad a realizar tareas que no le guste, porque no ayudará a su estado emocional de placer y se afectará su parte psicológica desencadenando en desobediencia, negativismo o rebeldía.
“Los sentimientos de culpa, vergüenza pueden llevar a momentos depresivos que si no se los controla terminan en pensamientos suicidas”, advierte la psicóloga clínica Malena Bedón. (MBC)