De un tajo

Con todo lo que me duele la muerte de Samuel, el profesor francés, que fue decapitado por un fanático islámico – uno de esos que gritan “Dios es grande” al momento de asesinar a inocentes siempre, y éste apenas de 18 años pero con un corazón fosilizado por el odio.

Voy a referirme al tajo que dio Alejandro al indisoluble nudo gordiano. Un tajo y adiós nudo. Un tajo, grite quien grite, y adiós Constitución de Montecristi, adiós todas las estupideces y trapáceas importadas de Venezuela y España (Chávez y Podemos). En el año 2008, muchos vimos las trampas, muchos diputados constituyentes (León Roldós y Marta) denunciaron la introducción forzosa de textos extraños y nunca discutidos en las sesiones. Fue la ocasión para que Correa se sacara una de sus máscaras y el pobre y discutido Ministerio de Cultura (tradición francesa) se convirtió en el fascista (izquierda y derecha) Ministerio de Propaganda. Quedan recuerdos amargos de la época. En esa feroz campaña ya me pronuncié por el voto nulo, no por el no, yo creía que votar no era políticamente igual a un rotundo sí. El único gesto de rebeldía era anular el voto.

Han pasado 12 años y todos los días nos tropezamos con obstáculos – que son ley y nos dicen que debemos ser respetuosos de una ley nacida entre gallos y medianoche en las cuevas de las piraterías y el atraco descarado y hay un coro de ángeles bobalicones que defienden como derecho adquirido el cargo mal habido y justifican las indemnizaciones –altas y también injustificadas. No solo nos dicen sino que melifluamente reconocen el derecho a la corrupción y a la impunidad.

Volvamos al tajo. Una sola pregunta a la consulta sobre “desea usted reemplazar el bodrio de Montecristi por la Constitución de 1998?”.

Yo estoy por el sí. Los artículos referentes al tema de Simón Espinoza, Ernesto Albán Gómez y Farith Simon deberían ser tema de lectura obligatoria y de análisis y debates obligatorios también. Hasta la próxima.

Carlos Trujillo Sierra

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