Retrospectiva

Resulta fácil echar una miradita a los diez años y más de lo que fue el correato porque se puede ver perfectamente de manera clara, que fue una época de las más tristes y lamentables para el país y por ende para el pueblo ecuatoriano. De ninguna manera podría decirse que fue un buen gobierno y que el pueblo no pasó hambre, justificativo, que se cae por su propio peso.

En esos gobiernos el petróleo fluyó excepcionalmente, con precios superiores a los cien dólares el barril pero irresponsablemente y con algún grado de picardía, se firmaron contratos onerosos, con el aditamento de cláusulas blindadas por los compradores como un contrato reservado, que fue calificado como aparente negociado, pues se habló inclusive de cuatro dólares por barril, que no ingresaron a las arcas del país, perjudicándonos a través de una estafa millonaria.

Los contratos de múltiples obras que eran necesarias para el país, sirvieron como camuflaje para el lleve, que representó el sobreprecio y por consiguiente la duplicidad del valor de las obras. Proliferaron los contratos para muchas obras como la fantasmagórica Refinería del Pacifico, la repotenciación de la Refinería de Esmeraldas que llegó al triple de lo presupuestado y quedó igual, presas, carreteras, helicópteros, Yachay, radares, avión presidencial, que realizó vuelos fantasmas porque no llegó a saberse quienes y donde viajaron. Todo esto con los respectivos sobreprecios que duplicaban el valor de las obras, sin embargo pretenden justificar los robos con la frase grosera y atrevida: “llevaron, pero hicieron”, frase inmoral e insolente. La inmoralidad y el desastre económico actual representan la herencia perversa que dejó la robolución ciudadana, con sus organizaciones criminales, que fueron juzgados y declarados culpables según el mandato de las leyes.

Volver al correato sería un suicidio pues ha quedado probado que las actuaciones delictivas de una gran parte de la dirigencia del correísmo, junto a su líder, que enarboló el estandarte de sus organizaciones, con la batuta de la orquesta sinfónica de la corrupción.

El pueblo ecuatoriano tiene la obligación patriótica y reflexionar, para votar y no caer nuevamente en las garras de los depredadores.

Carlos Concha Jijón