Entendámonos mejor

La ciencia ha conquistado fronteras que parecían inalcanzables, pero resulta enigmática la química entre los seres humanos. Muchas veces se hace fácil llevarnos con alguien y otras nos separa una muralla que nos impide dialogar, entablar una conversación o amistad.

A diario lo vivimos en el hogar, el trabajo y la sociedad; muchas relaciones formadas por la atracción y el sentimiento de ternura conocido como amor, a veces se transforman en celos, hostilidad y hasta odio, se dan agresiones y separaciones, incluso con atroces venganzas. No siempre las relaciones son positivas, de apoyo, cariño y respeto; existe la posibilidad de que la relación entre esposos, padres e hijos no sea del todo agradable. Quizá tengan agendas separadas, distintos deseos, necesidades y expectativas.

En esta época de agitación social, prisa, temores y distintas realidades, cada uno se preocupa de sus propias inquietudes; a muchos se les hace difícil mirar a los demás o entenderlos, quizá por eso se observa tanta insensibilidad, egoísmo o traición. La falta de empatía –que se las arregle como pueda– ha tomado fuerza, dejando las relaciones humanas en el pasado.

El cambio generacional marca la diferencia y la distancia entre seres humanos. El cambio de época es una realidad, la juventud de nuestros padres fue hace tiempo, la nuestra ya la pasamos y nuestros hijos viven la suya; pero, ¿olvidamos que la nueva generación tiene cosas de importancia que, para padres y abuelos, pueden ser vistas como una tontería? Así es y así fue, pero, ¿podemos cambiar? Puede darse un choque de personalidades, haber desacuerdos por la crianza, experiencias, marcos referenciales y creencias.

No podemos saber lo que piensan los demás. Si no conversamos, no se fortalecen las relaciones. En estos momentos, en los que podemos ser apoyo para otros, resulta imprescindible que nos entendamos mejor para salir adelante.

Dr. Rodrigo Contero Peñafiel