Hambre, trabajo, seguridad, impunidad

Una de las preocupaciones, que se ha acentuado en los últimos tiempos en el país, es la que tiene que ver con la seguridad.

Saber que nuestros hogares son vulnerables, que cuando transitamos por las calles, avenidas, carreteras de nuestro país o cuando comemos en un restaurante, hacemos una gestión en un banco, o compramos algo en una farmacia, podemos ser sujetos de un asalto, muchas veces con violencia y hasta con heridos y muertes, nos angustia y causa una tremenda incertidumbre.

Por supuesto que sabemos que siempre han existido los delitos, hasta la Biblia y en general los libros sagrados de las religiones nos relatan algunos delitos históricos; pero nos da la impresión de que ahora esta problemática ha empeorado.

Todos los días y a cada hora nos llegan las noticias de crímenes y delitos, muchos de ellos inéditos hasta ahora en el territorio nacional.

Seguramente los expertos van a hacer sesudos análisis sobre esta temática, pero nosotros nos arriesgamos a decir que hay una explosiva combinación que evidentemente conspira en contra de la tan ansiada seguridad.

Esta mezcla tan peligrosa tiene que ver con ingredientes como el hambre que azota a muchos hogares, la falta de trabajo y también la impunidad que vemos reflejada en la realidad, tanto de los delincuentes de cuello blanco que tienen privilegios hasta en las prisiones o que campantemente se fugan a otros países en calidad de perseguidos políticos, pero también de aquellos delincuentes avezados que evaden la ley o que tienen penas muy pequeñas que les estimulan a seguir delinquiendo.

En este sentido, hablamos de los componentes que configuran una sociedad insegura que, en muchos casos, siente que el Estado le está fallando y que no cumple con un elemental deber, para el que fue creado, y es proporcionar seguridad a los habitantes de un territorio.