El inverno expone el descuido en los barrios

PANORÁMICA. En la ribera al igual que en algunos barrios de la zona alta de la ciudad, todavía se tiene que acceder en calles llenas de lodo.
PANORÁMICA. En la ribera al igual que en algunos barrios de la zona alta de la ciudad, todavía se tiene que acceder en calles llenas de lodo.

El lodo y la falta de los servicios básicos son evidentes al recorrer la ciudad de Esmeraldas.

Caminar descalzo o con botas de caucho, evadir el lodo, saltar en cada poza y llevar una botella de agua para lavarse los pies, son cosas del pasado para muchos moradores de los barrios urbanos marginales de Esmeraldas, en otros, esa realidad se mantiene.

Al recorrer algunos sectores sus habitantes expresan sus malestares, debido a que siguen viviendo con niveles altos de necesidades básicas insatisfechas. Aquí sus relatos. (MBC)

“Las autoridades deberían echar ripio para mejorar la accesibilidad y dotar de agua potable a las familias de este sector”.

Luz María Yépez
Moradora de ‘Barrio Rico’.

El ‘Barrio Rico’ con gente pobre

Luz María Yépez, vive en ‘Barrio Rico’ ubicado en la vía Carlos Concha, al lado derecho, pasando los moteles y antes de llegar al botadero de basura municipal, donde las necesidades básicas insatisfechas están presente. Ella compró un terreno donde logró construir un pequeño espacio con madera y plástico para refugiarse con los cinco miembros de su familia.

Pese a las malas condiciones de vialidad para llegar a su hogar, debe seguir ahí porque no dispone de posibilidades económicas para habitar en otro lugar.

En la temporada de verano no tiene problemas para salir a la calle principal para abordar el bus que la lleve al centro de la ciudad de Esmeraldas. Pero el panorama es diferente en el invierno. El tanquero que les lleva a vender el agua, no sube, y deben abastecerse de la lluvia.

El lodazal que se forma en el camino impide la circulación de los vehículos livianos, y si ocurriera alguna emergencia, la ayuda no llegaría con prontitud por la complicada accesibilidad.

Cada vez que tiene que ir al cetro, debe caminar descalza, los zapatos los lleva en la mano, junto con una botella de agua para lavarse los pies y continuar su trayecto al centro. Ella cree, que las autoridades seccionales pueden ayudarles a sobrellevar la época de lluvia, colocando ripio o lastre en el camino, dotarles de agua potable y otros servicios básicos. “Para mí, lo más importante es el agua, si falta energía eléctrica nos podemos alumbrar con velas”, comentó.

Islas con aguas estancadas

La realidad de la islas Pinguapí y Luis Vargas Torres, de la ciudad de Esmeraldas no dista mucho de ‘Barrio Rico’ ubicado al sur. La diferencia es que las calles consideradas principales se encuentran lastradas, pero las transversales están cubiertas de lodo y agua estancada, acompañado de los solares baldíos que se han convertido en ‘piscina’ para el criadero y la reproducción de los zancudos y otros insectos.

Un vecino, que omitió su nombre, y que vive ahí hace dos años en el lugar, se quejó por el abandono en el que se encuentra el sector, con cada invierno debe ‘majar’ lodo, dice que la ventaja es que los niños no tienen que ir a la escuela, pero están vulnerables al dengue, paludismo y otras enfermedades por la cantidad de mosquitos y moscas que han aparecido con los aguaceros.

A esto le agrega, que los pozos sépticos se están rebosando.
Refiere, que la movilidad se les complica más desde que los buses dejaron de pasar por el sector de los puentes; ahora quienes pueden pagar entre 50 centavos y un dólar utilizan las motocicletas que los lleva hasta la unidad educativa ‘Margarita Cortés’, otros como él, tiene que caminar largos tramos para llegar al centro de la urbe.

Hedores junto a las casas

El barrio ‘3 de Octubre’, es otro de los afectados por la naturaleza, está ubicado en un callejón entre el barrio ‘26 de Junio’ (Tripa de Pollo), y el ingreso a la Universidad Técnica ‘Luis Vargas Torres’. Por ahí pasa un estero que se mezcla con las aguas residuales que desembocan de una alcantarilla.

Los hedores invaden las primeras casas, a muchas de las viviendas hay que llegar cruzando improvisados puentes de madera, hechos por los mismos habitantes.

Con los aguaceros fuertes como el de la noche del jueves, el nivel del agua sube y pasa por encima de los puentes. Betty María Díaz Peña, llegó al barrio hace 23 años, y solo ha sido testigo de los ofrecimientos de los políticos de entubar las aguas servidas y mejorar el sector. Sugey Chila, reside hace dos años, y su casa es la que está más cerca de la alcantarilla y debe soportar los fuertes hedores y los insectos.