Nosotros y la democracia

El ser humano ha sido capaz de inventar la rueda, los viajes espaciales, el fuego, los lavarropas, las cocinas, los aviones, los barcos, los trenes, los teléfonos inteligentes, las computadoras, miles herramientas que nos hacen la vida más sencilla y, por último, la inteligencia artificial; pero no somos capaces de disminuir el hambre en el mundo, ni detener las guerras.

La imaginación de artistas, científicos, ingenieros, matemáticos, arquitectos, expertos en tecnología, en medicina, en educación, la tecnología deportiva, es proverbial. Sin embargo, hay pocos expertos en abordar los problemas sociales. Hay personas brillantes que los estudian, pero pocos creadores de respuestas a esos conflictos. Se necesita observación, escuchar, ir de la realidad de análisis y volver del análisis a la realidad. Es un ir y venir que supone dejarse cuestionar en las certezas, porque la vida y sus problemas humanos son únicos, aunque sean similares en sus manifestaciones. Las ciencias sociales son las parientes pobres del saber humano.

La democracia y el ejercicio del gobierno están estrechamente asociados con los problemas sociales y con su solución. Todos desean gobiernos justos, que respeten los derechos humanos, sean inclusivos, consolide fuentes de empleo, la seguridad, la educación de calidad y el cuidado a la salud.

Probablemente una de los espacios del quehacer humano que evolucionan más lentamente y casi siempre en medio de grandes disputas es la forma de ejercer el gobierno. La democracia es un invento relativamente reciente en la historia de la humanidad y su adaptación a los tiempos vertiginosos actuales no sigue el ritmo de los cambios tecnológicos, ni de los grandes problemas, como el cambio climático, la concentración de la población en las ciudades, la globalización, la pobreza, el hambre, las redes del narcotráfico, las guerras, las armas y la pandemia.

De cara a las elecciones y como sociedad, vamos a ejercer el poder que nos da el voto. El poder elegir a quienes serán nuestros representantes, nuestros portavoces, quienes decidirán y legislarán por nosotros y se supone que en nombre nuestro. El pueblo ecuatoriano en su conjunto necesita mayor participación en la propuesta de soluciones, exige cuando no se siente representada. ¿Habrá que inventar una participación online que presente a grupos sociales, no sólo partidos que tengan poder de voto y veto, en los problemas que importan? ¿seremos capaces de empujar una participación democrática por canales no explorados todavía?

Probablemente, los espacios más idóneos para ejercitarse en nuevas fórmulas democráticas sean las alcaldías, las provincias, las regiones. Aliar la necesidad de acciones rápidas con participación democrática afectiva es una tarea que exige creatividad para mejorar lo que ya existe.

Gabriel Quiñónez Díaz

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