La siembra y la cosecha

Circulan noticias en relación a la buena cosecha de arroz que tienen las provincias de la costa ecuatoriana. Eso es algo alentador para el agro, así como también la mayor productividad, dada la extensión de los sembríos, en el caso del banano.

Se dice que lo que se siembra se cosecha. El Ecuador tiene una fuerte vocación agrícola que sustenta a decenas de miles de personas que trabajan en el campo y que, además de proveer de alimento a la población nacional, también generan las divisas que tanto necesita el país para sustentar la dolarización y dar una luz de esperanza a la economía.

Esta capacidad va acompañada de la calidad de los productos ecuatorianos, que se caracterizan por ser los mejores del mundo, así el banano, el cacao, las rosas, y otros tantos como los atunes y camarones, que gozan de prestigio generalizado.

Sin embargo, son pocas las políticas que se encaminan a estimular la producción, a encontrar mercados sustitutivos para los productos en épocas de crisis, que mantengan la fuerza de la productividad y que no hagan que las crisis cíclicas por cosechas abundantes y demandas menores, se produzcan.

Se requiere una estrategia encaminada a consumir lo nuestro y también al posicionamiento en los mercados internacionales de productos de calidad, cuya bondad debe ser promovida.

Se sabe que el banano es un alimento completo, que proporciona nutrientes como la dosis diaria recomendada de potasio y que mejora las defensas; seguramente una campaña bien dirigida impulsará el consumo de la fruta estrella y simbólica del Ecuador.

Las políticas deben estar dirigidas a la facilidad en la compra de los insumos agrícolas, en la generación de alianzas que permitan a los pequeños negociar en un plano de igualdad con los grandes, en encontrar mercados y estimularlos de manera sostenible.

En estos días duros, la esperanza viene dada por quienes pueden garantizar la seguridad alimentaria del país, generar empleo y divisas que provengan de los mercados externos.

La siembra ha sido positiva, la cosecha excelente. Queda ahora en manos de los pobladores que consuman lo que se siembra y se cosecha en el Ecuador; así como en manos de los políticos que nos gobiernan, la generación de políticas claras, leyes que establezcan el acceso a créditos baratos y a la promoción de los mercados.