Las cuentas

En nuestro país hay demasiados problemas. Estamos acostumbrándonos a ver en las noticias a gente y pobre sin trabajo, a los muertos y los atracos. El país está en ruina económica y moral.

Después de la investidura, Lenin Moreno se distanció de su padrino, aunque no abandonó la bandera del partido. Salvó la democracia y las libertades de prensa, pensamiento y expresión. Puso a las instituciones en los lugares que las corresponde, especialmente a los poderes del Estado. Un excelente acierto.

Pero no fue suficiente, los errores son visibles. Desde hace años, se aclimató la mafia. Un gran número de ellos trabajan en el gobierno. Esta certeza lo sabe el presidente. Ellos tienen imaginación, juegan de mil formas y roban al Estado. Hasta la pandemia les sirvió para sus estafas. Ríen orgullosos de su inteligencia y se convencen de la estupidez del pueblo y de las autoridades. El Gobierno no tuvo el coraje de barrer la basura.

Otro error: mantener ministerios inservibles y al medio millón de pipones que consumen USD 9000 millones por año. ¿Por qué el Gobierno no los ha desvinculado? Viven dichosos ya por catorce años empotrados, en el Servicio Exterior, municipios y gobiernos provinciales. No importa el nepotismo. Padres de funcionarios, hijos, cuñados, primos y amigazos, también gozan de los almíbares del poder. Moreno no pudo invalidarlos. El goce de ellos es el castigo de 5 millones de ecuatorianos desempleados.

Los opresores de siempre: Los dirigentes de las organizaciones sociales. En la década del setenta aprendieron a hablar gracias a antropólogos y sociólogos de izquierda marxista. En aquel tiempo petrolero y revolucionario se formaron numerosos asambleístas y ministros hoy en funciones. Estos dirigentes sindicales, hechos a fuego lento en las calles, no se conforman con nada ni con nadie. Si llueve, protestan, se calienta el sol, igual. Ningún gobierno les agrada. Sólo el arcángel Rafael Correa les puso en cintura y enseguida se unieron el coro de ángeles.

A pesar de la economía arruinada, la pobreza, la escasez de trabajo, el Gobierno debe preservar el empleo y salvar vidas. Es el momento de contratar a los más brillantes pensadores, economistas y matemáticos como asesores.

En esta situación calamitosa el Gobierno jamás debe endeudarse y destinar ese dinero al gasto corriente, sino invertir en la producción, ampliar facilidades y trabajar en convenios con empresas privadas nacionales y extranjeras. Comprometerse, sin limitaciones, a la producción de alimentos, frutas, pesca, artesanía, turismo, el paisaje y el clima.

Si el país continúa sin producción y con altos indicadores de desempleo, al Régimen le queda arreglar las goteras antes que se caiga la casa.