Ecos del Informe

El informe último del presidente Lenin Moreno fue presentado en condiciones dramáticas y excepcionales. No se recuerda una coyuntura similar a ésta en la que se juntan la herencia nefasta de una década de improvisación, ineptitud, despilfarro, y corrupción; precios extremadamente bajos de los hidrocarburos; daños en la infraestructura de transporte del petróleo; corrupción estructural en el aparato estatal; deuda pública impagable (60.000 millones de dólares, el 60% del PIB, denunció el Presidente); riesgo país superior a los 6.000 puntos; una campaña conspirativa descarada de políticos corruptos que buscan escapar de la justicia; y, para colmo, la pandemia ocasionada por el ataque despiadado de la Covid-19.

Fue un informe anodino en el fondo y la forma; que no opaca, sin embargo, logros como la reorientación de la política interna y exterior del país, salvándolo de la vorágine perniciosa del populismo retrógrada; el fin de la persecución política, ejercido a través de una Contraloría corrupta y una Función Judicial sumisa; el restablecimiento de los derechos humanos violentados por el temperamento atrabiliario del caudillo; la recuperación de la independencia de las funciones del Estado; y, el fin a la persecución contra los medios de comunicación no gubernamentales, entre los temas más destacados.

Este último año de gobierno, a pesar de coincidir con la competencia electoral y con una agudizada conspiración, brinda a Lenin Moreno una oportunidad única (y la última) para enderezar su gestión, rodearse de un equipo de trabajo capaz, eficiente y honesto, acorde con los enormes retos que debe enfrentar.

Antes de la pandemia, según datos del INEC, de las 8’379.355 personas que conformaban la Población Económicamente Activa, sólo 3’228.032 tenían un empleo adecuado, la pobreza multidimensional llegaba al 38% de la población y la pobreza extrema al 16,9%. Actualmente las cifras negativas se han disparado y las proyecciones de la CEPAL, muestran que el mayor incremento de la pobreza extrema, la pobreza en general y el índice de Gini se darían, entre otros países en el Ecuador. Pobreza y desempleo agudos son una mezcla explosiva que cualquier chispa puede encender.

Por estas razones, es un deber de los ecuatorianos, dejar de lado intereses personales o de grupo y establecer un pacto social que permita concretar reformas estructurales que se conviertan en el punto de partida de un Ecuador distinto: Salud para todos, Seguridad alimentaria, Recuperación económica y empleo, y Defensa a la dolarización, requieren de un compromiso colectivo.