Jubilados… ¿Y después?

Esta palabra se ha convertido últimamente en un sinónimo de creciente preocupación en la sociedad ecuatoriana, pues los medios de comunicación nos traen constantemente los alarmantes datos sobre el estado financiero de nuestro Sistema de Seguridad Social, cuyos principios y derechos han sido violentados por una gestión depredadora de los gobiernos de turno; a tal punto que existe el peligro real de su completo colapso dentro de cortísimo tiempo.

Con este preámbulo, se deben tomar en cuenta otros aspectos como: ¿Quién ha pensado seriamente sobre la post jubilación? Sin duda es una etapa traumática que pasa factura al ser humano que en nuestro país es automáticamente excluido, apartado y arrinconado como recurso humado de capacidad disminuida; en una palabra inservible en un mar de competitividad laboral y de desocupación.

Pienso que la sociedad civil, libre de las taras políticas enfermas de corrupción debería salir por los fueros de los jubilados, o por lo menos, en asocio con las universidades se debería crear programas de desarrollo continuo del valioso y querido capital humano que representan los jubilados. En países europeos desde hace 50 años se han creado espacios para la formación universitaria de un multitudinario y entrañable sector ávido de anhelos no cumplidos por la estreches del tiempo y la necesidad de mantener su puesto de trabajo. Así estas personas satisfacen su inquietud intelectual, adquirir habilidades productivas, y, sobre todo, ocupan el valioso tempo que les queda, en un ambiente digno e integrador con la sociedad activa.

Que se hace al respecto en nuestro país? Nuestros queridos mayores salen desorientados. Muchos se integran a esporádicos grupos de turistas de segunda costeados por ellos mismo en agotadoras rutas que no van a ninguna parte. Qué bueno sería ofrecerles programas serios, seguros y formativos. ¿Qué tal la idea?