¿Caja endemoniada?

Bullanguero fue el susto que tuve como hace tres décadas. Sucedió en Quito, cuando todos los pasajeros del bus en el que viajaba, voltearon sus miradas al mismo tiempo, clavando su brutal intriga sobre mi humanidad. Sentí que sin compasión requerían una explicación de lo acaecido, sus implacables ojos obligaron me baje inmediatamente del atiborrado vehículo. El extraño acontecimiento fue causado por los porfiados timbrazos que salían como balas desde el celular que llevaba en mi bolsillo. Las insistentes llamadas produjeron un inusual alboroto que sacudió a los viajeros, pues en ese tiempo no era común el uso de esos aparatos.

Repuesto del susto, y en la calma de mi casa, observé una y otra vez el pesado y curioso dispositivo que acababa de darme un incómodo momento. Trate de familiarizarme con el mecanismo, se hacía complicado descubrir las novedades que traía aquel equipo, diferente a los teléfonos acostumbrados en hogares y oficinas y que dependían de un cable para su funcionamiento. El celular causante del penoso susto llegó a mí poder por voluntad de la corporación en la que trabajaba, era imperativo para ellos ubicarnos donde estemos, para controlar funciones y creo también para ser parte de la modernidad de ese entonces. Recuerdo que no tenía otra empleo aquel aparato que la llamar y recibir llamadas, y acaso asimismo un elemental archivo de contactos.

La tecnología ha cambiado mucho, hoy en día no hay persona humilde o presuntuosa que prescinda de un celular, son tan variadas las aplicaciones y tan sorprendentes la multiplicidad de servicios, pues esos pequeños terminales guardan los secretos del universo para disponer de ellos en cuestión de segundos.

No es raro mirar a hombres, mujeres y niños usando esos componentes; muchos mientras conducen vehículos, motos o bicicletas, hablan, chatean, mensajean, postean, toman fotos. Se hacen uso de claves, imágenes, textos elaborados, sonidos, y una infinidad de recursos necesarios para comunicar o distraerse. La gente duerme junto a esa caja diabólica que ofrece beneficios, pero también inimaginables perjuicios que causan adicción, negocios sucios, divorcios, delitos, y secretos que siempre se descubren.