La perversidad de los medios

Quizás sea por el confinamiento pandémico que arrastramos desde el mes de marzo del año pasado, y por la consiguiente iliquidez de la que padecemos todos los ecuatorianos, que se me crispan los nervios cada vez que escucho y miro los noticiarios de los medios, en especial los televisivos, cuando compiten por anunciar en primicia las noticias que producen sus huestes editoriales por llegar a un cliente cautivo y ansioso por informarse del acontecer diario que se genera a su alrededor, y en su propia o distante sociedad, según el caso.

Con inusitada frecuencia hoy resuenan en mis oídos las expresiones del caudillo Velasco Ibarra que, con su dedo en ristre, anunciaba que el periodismo “debe ser una cátedra” a dictarse para los fines supremos del hombre y la sociedad, que no un cubículo para afinar los ansiados deseos de usufructuar de un mercantilismo disfrazado de información y guía social.

Hoy se suman las abominables redes sociales que a veces se constituyen en un infiernillo desde el cual de exhalan, sin recato ni disimulo, las más abyectas pasiones que guarda el hombre cuando le dan espacio para liberar energía reprimida que conduce al complejo psicológico muy cercano a la explosión psiquiátrica. Quizás por ello, otros organismos más débiles, figuradamente, primero caen en la depresión o en el Alzheimer, por ejemplo, para volar en vida desde este propio mundo terrenal.

Consterna mirar guapas mujeres relatando desgracias familiares, y enfocando imágenes de dolor y angustia en muchos siniestros que diariamente se producen en nuestra agitada vida comunitaria. Oprime el espíritu las entrevistas a heridos, víctimas de todo orden y hasta hay casos que la noticia se origina en la cama misma de un ser humano atendido en emergencia hospitalaria, en el afán de extraer detalle de los acontecimientos, todo ello en una carrera por ser los primeros en sus noticieros. Ah, el marketing! O, los niveles de sintonía!

En contraste, el periodismo de investigación, el de análisis de las profundas causas de un comportamiento social, político, de la pobreza de los grandes estratos depauperados, se constituye en una golondrina en un verano desorientado.

Cuánta falta hacen en el país aquellas voces de orientación, de conducción humana, de propuestas, de un llamado a un comportamiento social equilibrado, respetuoso, humanístico de otros tiempos!