Luces, patrimonio, acción

POR: Oswaldo Echeverría

El espectáculo de luces presentado en el Centro Histórico de Quito, en el feriado del fin de semana pasado, nos lleva a quienes lo presenciamos al análisis de lo ocurrido. La apreciación de cada uno estará sujeta a las expectativas que tuvieron del evento.

Haciendo una observación desde la perspectiva del turismo, en principio podría decirse que ha sido una estrategia exitosa de atraer gente, al acoger cerca de dos millones de personas provenientes tanto de la ciudad de Quito, como visitantes nacionales y extranjeros; esto, en comparación con los volúmenes de afluencia a cualquier destino turístico en el país, habrá superado a cualquiera.

Haber logrado esa convocatoria de gente motivada por el espectáculo es un logro promocional, que inevitablemente genera incremento en la valoración de los espacios patrimoniales tan solo por el hecho de caminar por las calles del Centro Histórico, que cotidianamente la gente tiende a olvidarlo; esta afluencia consecuentemente genera dinamización económica para toda la gente que aprovecha la oportunidad para exponer artículos de interés, servicios de alimentación e incluso los estacionamientos públicos y privados.

No obstante de las cosas positivas, por el mismo hecho de lograr una masificación de afluencia hay que tomar precauciones respecto a la capacidad de carga, que si fuese una actividad permanente, el efecto sería negativo por el deterioro del entorno, contraproducente a la preservación del patrimonio.

A modo personal, el evento me ha dado una sensación de monotonía por las cortas escenas de luces programadas, pero además por el desapego del guión al bien patrimonial mismo, ya que pudo ser mejor a través de incorporar interpretación con una voz en off para ilustrar tanto el bien arquitectónico como el significado de las luces e imágenes proyectadas, de modo que el espectador se entere de algo más de lo que solo sus ojos ven.