Morir de pena

POR: Fausto Jaramillo Y.

La pena mata; me consta. He visto morir de pena a personas, familias, clubs, sociedades y hasta naciones. Todas ellas mueren cuando pierden una o varias razones de existir: una persona amada o un proyecto compartido. Es que una pérdida puede hacer desaparecer la voluntad de seguir adelante.

Sé lo que significa apagarse lentamente, sin causa médica que lo justifique, porque sencillamente faltan las ganas de levantarse cada mañana, alimentarse, moverse, respirar, existir. Los amores quebrados por las desilusiones pueden matar aquello que engendró la fuerza de su impulso.

La misma pena que mata un amor, impregna a una nación y amenaza con liquidarla, cuando no alcanza a mirar la verdadera enfermedad que la aflige. Podemos creer que es una Constitución, que es tal o cual institución, que es un partido político o que es la falta de un líder que marque el camino. En realidad es la falta de metas conjuntas por alcanzar, de ilusión colectiva, de planes que nos involucren a todos, de esperanza. Es la ausencia de objetivos trazados a largo plazo y susceptibles de convertirse en razones para luchar en equipo. Cuando eso falta, viene a relucir “el sálvese quien pueda”.

Cuando la verdad sucumbe al avance arrollador de las mentiras oficializadas. Cuando la propaganda sustituye a la información y la docilidad sumisa ocupa el lugar de la digna independencia, muere la esperanza, muere la ilusión.

Una pena honda corroe a este andino país con hambre y sed de algún objetivo compartido, mientras olvida deliberadamente su pasado reciente o lejano o lo tergiversa.

Si la defensa de un “proyecto” no definido lleva a olvidar a los niños violados, a los jóvenes perseguidos, a la verdad, a la justicia, a la libertad de pensar y actuar de acuerdo a la consciencia y no a la palabra gritona de un líder presente o ausente y a defender la impunidad de los ladrones de los dineros de la nación, a los responsables por acción u omisión de crímenes contra seres indefensos, entonces podemos pensar que el fin de esa sociedad, de ese país, se acerca y pronto morirá… de “pena”.