Ibarra patrimonial

José Albuja Cháves

Sorprende gratamente el hecho de que en nuestro medio citadino haya despertado un clamor y sentidos afanes por voltear la mirada a Ibarra y sus improntas históricas, asunto que, si bien no es nada nuevo e intermitente en ciertas épocas especialmente electoreras, no es menos cierto que hoy se advierten claros indicios de obrar responsable y cívicamente, hasta técnicamente, diría yo, en orden al rescate y preservación del patrimonio histórico, cultural y arqueológico de esta “Blanca Ciudad”.

Nuestra ciudad tiene una clara partida de nacimiento y de renacimiento, y además los prolegómenos de su fundación con las visiones de sus iniciales moradores son definidos y hartamente conocidos. Basta mirar su historia de un poco más de 400 años para emprender en un reconocimiento que debe cubrir como enorme paraguas la atención de sus actuales generaciones, a fin de mirarse en el pasado y proyectar, desde el presente, una nueva ciudad que sea asidero para un desarrollo concertado, solidario, justo y presentido de todos sus hijos. Un nuevo jardín.

Se conoce que varios ciudadanos y representantes de diferentes sectores organizacionales, especialmente de orden cultural, a los que se ha sumado el gobierno local, gestan reuniones encaminadas a lograr un diagnóstico serio y real, por ejemplo, de la verdadera situación del centro histórico de la ciudad, en orden a evitar su deterioro y conferirle vida y señorío a base de propuestas viables y consensuadas, así como desechando rigideces ortodoxas de carácter constructivo que no hacen sino limitar y poner muros drásticos en un sector al que bien pueden retornar a residir muchas familias ibarreñas y constituir un atractivo y rincón turístico que hoy luce abandonado y camino a pueblo fantasma.

Otras entidades casi en receso pueden cobrar nuevamente actividad, si se suman a esta cruzada, caso Junta Cívica y otras sociedades culturales que hacen esfuerzos por sobrevivir como la Sociedad Cultural “Amigos de Ibarra”, que algo sigue publicando en honor de Ibarra y a favor de sus actuales generaciones.

Hay que sumarse formando un solo puño.