EL VERDOR DE LA NAVIDAD

Ruby Estévez


La humanidad celebra la Navidad haciendo una recreación del nacimiento de Cristo en “belenes” adornados con musgo blanco y verde o decorando árboles con luces multicolores, bombillos y guirnaldas para revivir el antiguo episodio de hombre, la mujer y el niño por nacer que en su burrito se encaminaban a su destino. José tenía que volver a la ciudad de su origen. La larga y ardua travesía por las montañas de Judea fue también el viaje de una vida hacia su nacimiento.
¿Acaso no celebramos también, en cierto modo, nuestro nacimiento en Nochebuena? Nuestro viaje a la vida, el reencuentro con los padres, las primeras navidades al lado de las personas que nos daban su cariño. El niño que vino al mundo en aquella primera Navidad creció hasta convertirse en un hombre, nos trajo una luz de consuelo y esperanza, nos enseñó muchas cosas importantes fundamentales: El honor, la justicia, la paz deben ser eternos y son los que más escenario tienen en Diciembre con motivo de la Navidad y que deben irradiar cada persona para ser dignos de Dios y a la Sociedad que es cristiana por elección y luego por formación y que muchas veces nos quedamos cortos al momento de cumplir nuestra condición de cristiano.
Son los días más oportunos donde se pone en juego la caridad es una época de reflexión para obrar de acuerdo a nuestra ética. Bendito sea el niño por haber venido a la tierra en aquel Portal de Belén por habernos traído a los hombres su mensaje, la inocencia de un niño, el amor, la humildad la capacidad de perdón de un niño, por renovar cada año su amor a los hombres. Cada año que nace es porque tiene todavía fe en nosotros.
Llegará el momento en que despertarán los adormecidos y será tarde el haber desperdiciado la abundancia de sus prodigios.