La delincuencia es masculina

Desde que entró en vigencia la Ordenanza de control de motos en Guayaquil que prohíbe que dos hombres se movilicen en una moto -de 19:00 a las 04:00-, entre otros aspectos, se han detenido más de setecientos vehículos.

¿Cuál fue el motivo para expedir la mencionada ley?: Reducir la acción delincuencial en esta ciudad. Pero ¿qué mensaje han entregado las autoridades que firmaron esta normativa?: Que solo los hombres, o principalmente estos, pueden robar, expender droga, asesinar… ¿Qué pasa, entonces, con las mujeres? ¿No están en las mismas condiciones para cometer actos delictivos? ¿Por qué la ley apunta solo al género masculino?

Es sorprendente evidenciar cómo, luego de tantas reflexiones en torno a la problemática de la desigualdad de género y al machismo en nuestro país, no se repare en ello al momento de pensar y emitir una norma. O, si se lo hace, tal análisis no tiene mayor peso. Es paradójico constatar también cómo una norma tan machista puede afectar sobre todo a los hombres y liberar a las mujeres de toda posibilidad de culpa.

Es probable que para expedir la mencionada ordenanza los expertos se hayan fijado únicamente en estadísticas. No obstante, durante los últimos meses, algunos medios de comunicación han difundido videos a través de los cuales muchas mujeres asaltan en tiendas o centros comerciales. La sustracción de joyas o computadores se ha tornado cotidiana. Nuevamente se menosprecia la condición femenina, en este caso, claro está, vinculada con la delincuencia. Este tipo de leyes implícitamente afirman que la delincuencia es “patrimonio masculino”.

Algo similar sucede en algunos bancos del país. Los bolsos de las mujeres, que bien pueden esconder un arma de grueso calibre, nunca o casi nunca son revisados por los guardias de seguridad. Estos ni se les acercan. Las mochilas de los hombres, en cambio, sí son auscultadas minuciosamente, más aún si quien ingresa luce de manera mucho más informal, sin faldas ni tacones. Hay que ver cuán machistas siguen siendo los procedimientos de seguridad. Algunas autoridades públicas y privadas deben repensar sus protocolos discriminatorios.

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