Marco Chuquín

POR: Luis Fernando Revelo

Cuentan que cierto día un grupo de discípulos se acercaron donde su maestro para preguntarle: ¿Qué admiraba más en el hombre? – “Comprendo y amo a los hombres, dijo el maestro, pero admiro solamente al hombre útil”. Bolívar también lo dijo: «La gloria de ser grande es saber ser útil».

Sin lugar a equívocos, la vida de Marco Chuquín Ruiz ha sido útil, por todos los costados del alma y de la voluntad. Sus 73 años vaciados íntegramente en el colmenar de su faena administrativa, con su espíritu exquisito y su patriotismo activo, con su vinculación por las letras, con sus preseas de buen caballero, de excelente amigo y ciudadano responsable.

Formado en las gloriosas aulas de la Escuela América, del Teodoro Gómez de la Torre y de la Universidad Central del Ecuador, Marco Chuquín saboreó lo que es la pobreza, el trabajo rudo, para ganarse honradamente unos centavos para su supervivencia. Admiro ese esfuerzo personal del joven que durmió a plazos para robarle a la noche la vigilia y devorar libros para aprender las letras, las leyes, las filosofías y aún para obtener un Diplomado en Gestión Administrativa.

‘Marquito’ fue útil en el Club Flamengo Barcelona, ese club que fue la figura cimera de la ibarreñidad, que se arraigó en el emblemático barrio El Carmen. Fue útil en la Contraloría General del Estado, en la Dirección Provincial del IESS, en la Jefatura Regional del IECE, en la Vocalía del Tribunal Penal de Imbabura, en la Cooperativa de Ahorro y Crédito Atuntaqui Ltda., etc.

Bien por la Casa de la Cultura Núcleo de Imbabura, que en el marco de la Sesión Solemne que conmemoró sus 65 años de vida institucional, tributó el homenaje al hombre de la “vida vivida”, como decía Curzio Malaparte al hombre que vence cada día su batalla personal y la batalla de la vida.