Trump debe escuchar

Mariana Velasco

La credibilidad de Estados Unidos en América Latina se encuentra en un nivel bajo y es de asumir que el gobierno de Donald Trump lo sabe. Drogas, pandillas, violadores, muro entre otros vocablos, resuenan y lastiman la sensibilidad al sur de sus fronteras. El próximo mes, en la Cumbre de las Américas, solo si Trump se empodera del tema central de la cumbre: gobernabilidad democrática frente a la corrupción, sería un éxito, caso contrario debería ser un oyente, escuchar sin decir mucho sobre nada. Difícil lograrlo.

El tablero político en América Latina no le permitirá hacer un jaque mate como el presidente de Estados Unidos quisiera. Venezuela exige una diplomacia sofisticada y liderazgo latinoamericano, por lo tanto, el lenguaje diplomático recomendaría, que sean “otros” países de la región los encargados de liderar el debate antes que cualquier abrupta sanción al gobierno de Maduro.

Brasil es el exportador más afectado por los nuevos aranceles al acero. México y Colombia elegirán nuevos gobernantes este año, lo que podría disminuir el apetito por el libre comercio.

Con México, las relaciones sufrieron un revés. Además hay que considerar el entorno político del gobierno anfitrión como políticamente débil, toda vez que el presidente peruano, Pedro Pablo Kuszynski renunció por fracasar en sus esfuerzos por impedir su destitución por cargos de corrupción.

Ecuador impulsará una alianza estratégica integral con China en áreas de interés para el desarrollo del país y lo hará a través de un nuevo modelo de convenio bilateral de inversiones, evidenciando que la postura proteccionista de Washington llega en un momento en que los gobernantes de la región miran cada vez más hacia Asia, particularmente China, para expandir su comercio, obtener préstamos y financiar proyectos de infraestructura.

Parecería que, no de forma consciente, Trump ha hecho más por la integración de América Latina de lo que algunos políticos habían logrado, mientras que su retórica, es políticamente tóxica en Latinoamérica porque trae ecos de intervencionismo norteamericano, etapa que se creía superada en el siglo pasado.

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