‘Ciudad sobre las cenizas’

POR: Germánico Solis

Ibarra está celebrando 146 años de El Retorno, festejo que hace memoria su refundación, luego de que fuera asolada por el terremoto de 1868. Para el año de fundación la Villa contaba con 280 habitantes, y cuando sucedió el terremoto 16.000. La furia del espantoso terremoto acabó a 6.300 personas y por falta de ayuda murieron 5.000 más. El total de muertos y desaparecidos fueron 12.000 habitantes. Se asegura que en Imbabura perecieron 20.000.

Ibarra se funda el 28 de Septiembre de 1606 con el propósito de construir una ciudad intermedia para descanso de los viajeros entre Pasto y Quito. Su objetivo primordial, alcanzar la salida al mar por el trazo hecho por Fray Juan de Salas 24 años antes de la fundación. Entre los años 1700 y 1750, era una ciudad con 20.000 habitantes, cifra que disminuyó por el éxodo ocasionado por el temor al paludismo y la fiebre amarilla. En esos tiempos las casas estaban construidas de adobe, tapia y bahareque.

Hay eventos en la vida de Ibarra que vale anotar, como el decreto del Presidente José María Urbina, que en 1851, acogiendo las razones de Pedro Moncayo, dispone la Manumisión de los Esclavos, para que no sean sometidos, comprados ni vendidos en los mercados de venta de animales. Con la libertad, se quedan en El Chota, Salinas y junto al río Mira los Anangonó, Mina, Folleco, Carabalí, Chalá y más ascendencias. Tema que hace actora de las vivencias previas al terremoto a la mulata Blasa Prado, induce a hallar el aporte de afros e indígenas en el avance de Ibarra, pero también a discernir las presunciones de castigos divinos reprimiendo los excesos apartados de la moral.

El escritor Juan Carlos Morales, en un texto que llama “Ciudad sobre las cenizas”, prologado por el Alcalde Álvaro Castillo, ordena certezas de la fundación de Ibarra, y aportes que recrudecen las calamidades que ocasionó el terremoto de 1868. Anota festejos religiosos, no olvida las premoniciones del ‘Loco’ Sandoval y el cura Jibaja, el valor de éste suelo en las consecuciones independentistas y nombra a García Moreno y su genio organizador orientando a la nueva ciudad, que el escritor la avizora en los 150 años luego del terremoto.