Esta boca es mía

POR: José Albuja Chaves

La Canciller María Fernanda Espinosa, en entrevista el día de ayer en un canal televisivo de Quito, no pudo ocultar su vivo interés de convertirse en presidenta de la Asamblea General de ONU, para lo cual advierte una experiencia de más de 25 años en el campo internacional y profesional, suficientes no solamente como para aspirar, sino aún para ejercer dicha representación de orden mundial.

Cuando habla de su posible nominación lo hace con cierto énfasis al expresar que sus logros serían un honor y distinción para nuestro país, asunto que verdaderamente desconcierta. No hay un mínimo de modestia y recato necesarios para ostentar sus aspiraciones, poniendo a la sociedad ecuatoriana en un nivel de privilegio con su soñado triunfo. Tiene pleno derecho a toda suerte de aspiraciones, pero no lo tiene cuando se arroga el nombre del Estado, tal y cual como si todos los ecuatorianos habríamos emitido nuestra aquiescencia, asunto que deviene en afirmación de mal gusto.

Antes que privilegiar una aspiración personal, ante todo debe dar cuentas como Ministra de Relaciones Exteriores del cumplimiento de sus deberes y sus responsabilidades, especialmente en las últimas semanas cuando un conflicto fronterizo de graves repercusiones internas hacía menester su presencia y hasta su liderazgo en el manejo de las relaciones con el país colombiano, asunto del cual queda morosa ante la Asamblea Nacional y ante toda la sociedad de la Patria.

Ahora, nuevamente se ausenta, y esta vez con licencia, en la búsqueda de su principal objetivo que tiene signos obsesivos. Y lo lamentable es que desvía sagazmente sus respuestas -porque no las tiene, desde luego-, cuando se la pregunta su opinión en las funciones oficiales que cumple acerca de la situación venezolana y nicaragüense, por ejemplo. Ni siquiera expresa “esta boca es mía”, al igual que el Presidente Moreno, quien al final como Mandatario, también guarda silencio, aunque “el que calla otorga.”

Así, pues, las cosas son definitivamente oficiales y resultan incoherentes con las medidas adoptadas con el nombramiento del nuevo Ministro de Finanzas y la propuesta de reformar desde la raíces la Ley de Comunicación, por ejemplo.

Esta boca es mía.