Las inmodestias de Aurora Quilca

POR: Germánico Solis

María Aurora Quilca Burga es una mujer inquieta, alegre y de estatura pequeña, detalle que no hace que se pierda entre los retratos de músicos célebres, diplomas, certificados, recortes de prensa, pianos, guitarras, flores, pupitres y otros elementos del ambiente de la Academia de Música Ciartes de la ciudad de Ibarra. Parecida a una mariposa o a una abeja de linaje americano, dirige la reconocida escuela con proposiciones que le agrupan a las mujeres que comprometen su prestancia al servicio.

María Aurora es una maestra de las artes musicales, pedagoga y gestora cultural con estudios internacionales y ejecutora de la didáctica de Violeta Hemsy de Gainza, pianista y pedagoga argentina que tutela la obra “Fundamentos, materiales y técnicas de la educación musical”, cuando se refiere a la didáctica en el aula y que dice: “Un doble compromiso- frente al hombre y frente a su cultura – le exige (al educador) vivir en el presente, compartiendo y comprendiendo el mundo externo y las inquietudes espirituales de sus alumnos, sin descuidar aquella, su ancestral misión que consiste en preservar la cultura, rastreando en el pasado las esencias vivas y rescatables de ese mismo hombre que hoy le preocupa. Prepararse para cumplir con naturalidad y sin temores ese destino, en la medida de las propias potencialidades, debería ser la meta común a todos los maestros…”

Oriunda de Urcuquí, María Aurora guarda las vivencias de la Hacienda San Eloy junto a Yachay, donde sus juegos infantiles no fueron con ollitas o muñecas, sino, esos que enseñaban a cantar y bailar a los alumnos. De su padre Juan José hereda la honradez y disciplina, el amor por las cosas sencillas, la convivencia con la caña de azúcar, los tomates, el maíz y la sangre de músico que renombró a la banda “Los Pulsetas” en los años 30 hasta los 50. De su madre aprendió la justicia.

Las titulaciones del Ulpiano de la Torre y la PUCE, le destinan al magisterio durante 38 años. Es maestra desde los 17 años. Propaga que ella no enseña, “comparto los conocimientos, no enseño, hay otras condiciones entre el maestro y el estudiante”. Con su acordeón fue docente en las Bethlemitas, Sagrado Corazón, Oviedo, San Francisco, San Diego, Lidia Sevilla. Su voz afinada se unió a la de su hermana María Dora para formar el “Dúo Las Gemelas”, eligiendo luego el mejor escenario: el aula.

Ciartes estuvo en la mente de María Aurora desde hace 40 años, ahora es una academia que forma ejecutores de teclados, vientos y percusión. La entidad garantiza confort, aulas didácticas y enseñanza personalizada. Desde hace 10 años hay talleres regulares y vacacionales para niños, jóvenes y adultos, con el principio que la música no es para cuando los hijos no tienen nada que hacer, sino, complemento de la ciencia y de la formación integral.

María Aurora conserva su inicial testarudez, busca métodos propios para engrandecer al hombre a través de las artes. Su nombre está en el Foro Latinoamérica de Educadores Musicales con sede en Costa Rica, y en el ideario imbabureño que estima la labor de la maestra, que desde pequeña y bajo las cobijas trazó una vida para a la música y el servicio.