No servir alcohol

POR: Ruby Estévez

“Sino administrar nostalgia”, eso decía en un rótulo de una “coctelería”. Me llamó la atención la manera jocosa que utilizaba el dueño para vender su producto. Bienvenido a la bebida hipnótica, que atrae, difícil de entender, fácil de saborear; cada coctel tiene un sabor particular según el lugar para ofrecer; es tanta su diversidad que cada maestro al mezclar tiene su método de preparación, donde está su propio espíritu con un sabor único, producto de un proceso que alcanzado un buen estatus y que hoy se lo puede conseguir ya preparado y con buenos precios, una manera de ver el alcohol como identidad.

Esta bebida es para conversar, escuchar música y picar por igual. Cuánto ingenio para promocionar, todos tienen nombre y hasta apellido, así: venden coctel para los que van al purgatorio; tome, tome si “A Diosito Santo le ofende con el chuchaqui, él le sale debiendo, este coctel es para olvidar, por favor pague primero no vaya a ser que el tercero ya no pueda caminar; tome coctel verde, morado, rojo; él te tumba, te mata y te hace caminar a gatas”.

Cuánta variedad de cocteles hechos con jugo de frutas, salsas, miel, leche, cremas, especies, con soda, con agua tónica, con diferentes bebidas, proporciones y con una decoración estimulante y decorativa, jamás extravagante, no solo emborrachan, sino que alegran con dichos, en el lugar la electricidad ilumina sus interiores permitiendo que los colores de las mezclas se vean distinguidas.

Cuántos dichos para reír: coctel bendito, dulce tormento, qué haces ahí quietito venga para acá dentro; sabroso licor, que quitas penas propias y ajenas, no me niegues tu sabor, esta noche tomaré un coctel hasta encontrar un velorio para preguntarle al muerto si por tomar hay para mi un purgatorio.

Se venden cocteles afrodisíacos con diferentes nombres, hay: “el clávame despacito, el corre que te enchufo, después de la lluvia”, otros como el coctel “grita si puedes, el mañanero, el tractor”; para las chicas golosas el: “si lo saco te mato”, para las chicas que salen el sábado el “licuadora”, para las del domingo el: “extractor”. Todos los cocteles hacen para gente de un buen paladar y ya no es dominio de una sola clase social, sino para gente que gusta aturdirse, contar historias para compromisos de categoría.

Poco importa cuando la compañía es buena y si el lugar es acogedor, con tres o cuatro cocteles comenzamos a ver el mundo insuperable, la pena muy chica, la pobreza muy floja, y a los feos hasta bonitos.