Miguel Betancourt Entre Velázquez y los Andes.

DAMIÁN DE LA TORRE AYORA

Dice que había más que magia. Miguel Betancourt asegura que tenía una relación poética con ‘Las Meninas’ del gran Diego Velázquez. Una relación que existió, pese a que su encuentro cara a cara se dio recientemente. “Pero siempre ronda esa atmósfera poética. Esa que la imaginación hace que nos apasionemos, que despierta nuestro ser creativo”, sostiene el pintor.

Claro que llegó el día de mirarse frente a frente -porque como bien lo dijo Michel Foucault en su análisis de ‘Las Meninas’, y tal como lo ratifica Betancourt-: Velázquez, también retratado en medio de la familia real de Felipe IV, nos mira, dialoga, interactúa.

“Tanto ‘Las Meninas’ como el ‘Guernica’ de Picasso fueron mis pendientes, hasta que pude verlos. Con la obra de Velázquez me cautivé, me encantó la vibración del color, la genialidad en la composición, el esplendor y su juego con el perecer”, recuerda el artista ecuatoriano, mientras sus ojos se transportan a Madrid, al Museo del Prado.

Por eso valía la pena hacerle más que un guiño, “había que hacerle un mensaje de salutación por su entrega a la humanidad”. Así nace ‘Ninfas, Meninas y la mirada del pintor’, exposición que se inaugura este 4 de julio en la Alianza Francesa Quito (19:30).

Pintor. En su hogar, adelante del ‘Retrato de Velázquez’, un óleo (con cáñamo y tela de un vestido antiguo), que se incluye en la muestra.
Pintor. En su hogar, adelante del ‘Retrato de Velázquez’, un óleo (con cáñamo y tela de un vestido antiguo), que se incluye en la muestra.

(Re)interpretación

Sobre la obra de Velázquez, hubo una aproximación de Goya. También lo hizo Dalí y Picasso. Y Foucault escribió uno de los análisis más exhaustivos acerca de una pintura al abordar a ‘Las Meninas’.

Ahora, Betancourt se vincula al famoso cuadro. Y Leonardo Valencia aproxima al lector a la mirada propuesta por el artista. Valencia lo hace a través de unos micro-textos, 20 para ser exactos, que forman un todo titulado: ‘Trastornar la mirada: Betancourt y la óptica de la constelación menina’, que se encuentra en el catálogo de la exposición.

Ahí dice, en el texto 12: “Betancourt reinterpreta la tradición de ‘Las Meninas’. Pero además de dialogar con Velázquez y Picasso, va más allá y reordena y hace visible, no solo el cuadro oculto, sino los espacios sesgados y estáticos en el cuadro original. Hace estallar las perspectivas…”.

También escribe: “…me interesa el Velázquez que interpreta Betancourt, por dos motivos. Primero, la paleta en movimiento, de trazo rápido, donde se siente cómo el pincel del pintor retratado toma los colores. Lo que en el original es estático aquí se agita con una fuerza de color y una intensidad en el trazo. Segundo, el ojo de pez, el filtro óptico que está yuxtapuesto sobre el ojo izquierdo de Velázquez…” (numeral 20). Es decir, el juego del pintor ecuatoriano en invertir las posiciones de los personajes retratados.

‘MIRADA DE LA INFANTA MARGARITA’.
‘MIRADA DE LA INFANTA MARGARITA’.

El viaje

Es un portón azul y, entre las varillas, tras pasar el jardín de su casa, el metal se funde con el cielo de Cumbayá, como si fuera no la puerta de su casa sino la entrada hacia el éter.

Y es importante el azul porque Betancourt lleva una camisa azul, sus lentes son azules y el azul predominará en sus pinturas. Él es azul, así lo dijo una vez. Por su puesto, “si hablamos de azul, también debe estar el rojo”, señala. Esa dualidad cromática será el tono del viaje que emprende Betancourt junto a Velázquez, a quien le llevará a recorrer los Andes.

“Sí, es un tributo, y mi manera de agradecer a Velázquez es transportándolo a nuestras atmósferas. Algo que no es nada nuevo. Recuerde que esto pasa en la literatura. Al Quijote lo han traído a nuestras tierras. Yo hago lo mismo con la pintura, lo traigo a los Andes”, relata el artista, quien se emociona al hablar de ‘Las Meninas’.

“Es que es una de las obras más grandes de todos los tiempos -reitera-. Cuando se habla de ‘Las Meninas’ es como hablar de ‘El Quijote’. Es monumental. Es un punto de referencia. Es la obra maestra en la composición e inclusión del propio actor, y un guiño al espectador que termina dentro del cuadro”.

Betancourt, con su mirada viaja más allá de su recuerdo Del Prado. Es como si se ubicara en el Siglo de Oro español para describir que: “La vibración de los colores nos hace pensar en lo que es la vida y la muerte, de tener conciencia de que el esplendor es de un momento y que al final vamos a perecer. Sus palabras están contagiadas del esplendor del barroco, al igual que su ocaso.

Ese esplendor es el que le permite forjar una llamativa obra, ‘Conexiones’, una acuarela de gran formato que sería la posta entre esta nueva propuesta y su serie ‘Imágenes a trasluz’, que expondría en 2014, justamente, en la propia Alianza Francesa.

En un papel de arroz, el rojo envuelve a ‘Las Meninas’ para ubicarlo en medio de coloniales iglesias para formar un cajón de luz que, en medio de la penumbra, se enciende de manera itinerante para (re)descubrir nuevas imágenes o, simplemente, encontrarnos con su mirada, que es el reencuentro con la propia.

‘EL PINTOR Y SU AMIGO’.
‘EL PINTOR Y SU AMIGO’.

Perfil

° Miguel Betancourt (Cumbayá, 1958). Inicia en el arte con el maestro Oswaldo Moreno. Estudió en el taller de pintura del Milwaukee Art Museum, EE. UU. También, realizó estudios en Pedagogía y Letras en la PUCE. Entre sus exposiciones destacan su participación en la XLV Bienal Internacional de Venecia (1993), su muestra en el Museo de Canberra (2000) y su exposición itinerante por América Central (2001-2003). Betancourt ha recibido reconocimientos, uno de ellos es el que obtuvo en 1993 cuando recibió el Premio Pollock-Krasner, conferido por la fundación homónima en Nueva York.

TOME NOTA

En los últimos meses, el artista ha expuesto en China, Corea y Japón de manera individual.