No estaba solo

Manuel Castro M.

Al son que tocaba Correa bailaron. A pesar de que a inicios de su actuación política Correa se proclamó antidolarizador, antiimperialista, que hacía mofa del sistema democrático, una gran mayoría de políticos e intelectuales lo consideró un político joven, “progresista”, y el pueblo novelero cayó embobado porque ofrecía felicidad, un mundo mejor y una distribución de los bienes del Estado que acabaría con las desigualdades y la pobreza.

No es que no se razonó sino que se hicieron de la vista gorda para ver si lo “manejaban” como a anteriores gobernantes. Incluso el millonario Álvaro Noboa, con toda su intrascendencia política e ideológica, contribuyó como candidato, con su dinero, a convertirse en una especie de gracioso chimbador.
Hoy se rasgan las vestiduras y están “espeluznados” de lo que ha sucedido en los últimos diez años: corrupción, dispendio, ineficacia, un país al borde del colapso económico, moral y social. Se olvidó que la democracia es responsabilidad de toda una sociedad. Al principio se habló de las buenas intenciones de Correa, más a los pocos meses ya convirtió a su favor 180 dólares en 600 mil dólares, gracias a sumisos jueces. No tuvo necesidad de apoderarse de la justicia entonces, como lo haría después en forma total.

Impulsados por el Ejecutivo los trabajadores no tuvieron empacho en crear una organización dependiente del Gobierno. Igual los maestros se sometieron a un ente creado por Correa. Las sentencias se remitían prefabricadas mediante los “chuckys seven”. Se enviaron valijas diplomáticas con drogas. Patiño realizaba grabaciones clandestinas. Sin embargo, se reeligió a Correa. Junto con Chávez, Maduro, Ortega, Evo, decidieron perennizarse en el poder. Las altas cúpulas militares callaron. El silencio imperó, con reclamos a medias, sobre todo de la prensa calificada de “corrupta”.

El fondo es que una mayoría ciega permitió y permite reconducir el rumbo de la democracia al denominado Socialismo del Siglo XXI, cuya aspiración es crear un nuevo sistema donde la democracia tenga el Estado y no el pueblo. Habilidad y fanáticas ideas les sobra.

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